Tour
El evento deportivo más controlado de la historia
El pasaporte biológico es el última novedad que empleará la organización en la lucha contra el dopaje.
Jon ORMAZABAL | GASTEIZ
«El Tour de Francia 2009 probablemente será el acontecimiento deportivo más controlado por la historia», declaró Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI) al presentar el dispositivo antidopaje que habrá en la ronda gala. «Haremos todo para proteger la integridad de la carrera».
Y es que los escándalos por dopaje han marcado negativamente las tres últimas ediciones. En 2006, Floyd Landis fue el primer maillot amarillo en los Campos Elíseos que fue luego descalificado tras dar positivo en la espectacular escapada culminada en Morzine. Sus dos años de batallas legales han sido estériles.
El Tour de 2007 recibió dos estocadas en apenas 24 horas. Astana abandonó la prueba tras el positivo por transfusión de sangre de Vinokourov y un día después, Rasmussen fue obligado a dejar la Grande Boucle cuando había dejado decidida la ronda gala a su favor en el Aubisque. El danés no dio positivo, mas fue acusado de haber mentido sobre su paradero el mes anterior.
El año pasado Riccardo Ricco, el fanfarrón animador de la carrera con dos triunfos de etapa, fue arrestado por dos gendarmes después de que se le descubrieran restos de CERA, un tipo de EPO de última generación hasta entonces indetectable.
Con estos precedentes, no es de extrañar que el Tour que arrancará este sábado en Mónaco tenga una vigilancia sin precedentes; con controles más estrictos y por primera vez, con la utilización del pasaporte biológico de los corredores.
Ni los siete Tours le han servido como salvoconducto a un Lance Armstrong que, desde el anuncio de su vuelta a la competición, ha sufrido más de una treintena de pruebas.
Pasaporte biológico
No todo el pelotón ha sufrido tanto control, pero es el camino elegido para este nuevo método que ya ha detectado a los primeros cinco sospechosos. El pasaporte, que almacena todos los controles sufridos por un corredor desde el 1 de enero de 2008, se basa en los valores recogidos en el momento de las pruebas para establecer un perfil. En caso de variación anormal de sus parámetros, el corredor se arriesga hasta los cuatro años de suspensión.
Con este nuevo método, el consumidor de productos prohibidos sabe que puede escapar de un control, pero que puede ser pillado meses después. Ahora, ni siquiera el hecho de de acabar el Tour garantiza la impunidad. Entre otros corredores pillados, figuraba al austriaco Bernard Kohl, tercero sobre el podio de París el año pasado y que lo admitió todo después.
Además, tras el desencuentro del año pasado, la UCI y la Asociación Francesa Contra el Dopaje (AFLD), volverán a colaborar en esta edición del Tour, llevando a cabo un estricto control sobre los ciclistas.
Antes de la salida en Mónaco, los corredores pueden ser el objeto de controles fuera de competición y mañana los 180 participantes serán sometidos a tomas de sangre.
Durante las tres semanas de Tour, al margen de los rutinarios controles tras las etapas a los vencedores y a los escogidos por sorteo, los ciclistas podrán ser controlados además en los hoteles, con vigilancia especial a una cincuentena de ellos. «Esta selección ha sido establecida sobre criterios deportivos entre los favoritos y sobre criterios que se consideraba necesarios, como las informaciones que provenían de pasaportes biológicos y muchos otros», subrayó el presidente del UCI.
En total, se practicarán entre 300 y 400 controles para detectar EPO y esteroides, pero también la hormona de crecimiento, que hasta ahora no había sido objeto de ningún control.
Pero los controles no terminan una vez los deportistas abandonen los Campos Elíseos. Todas las muestras serán conservadas y podrían estar sometidas a otros análisis, como fue el caso en 2008 con CERA, la EPO de la tercera generación.
Landis, el primer vencedor caído en 2006; los dos mazazos en 24 horas de Vinokourov y Rasmussen en 2007 y los análisis retrospectivos con Ricco en 2008 han marcado la ronda gala en las tres últimas ediciones.
En total se realizarán entre 300 y 400 controles durante el Tour, con especial vigilancia a unos cincuenta corredores escogidos sobre criterios deportivos y las informaciones de sus pasaportes biológicos.