Faltan pocos días para que volvamos a escuchar declaraciones sobre la singularidad de los sanfermines, su internacionalidad, el espíritu acogedor de la ciudad y sus habitantes y un sin fin de calificativos que suelen finalizar con la expresión «en Pamplona somos así». Durante las fiestas de San Fermín somos la envidia de los que nos visitan, sorprendiéndose de la permisividad municipal y deseando que su municipio fuera como el de Iruñea.

La triste realidad es que este espíritu abierto y acogedor de la ciudad dura únicamente del 6 al 14 de julio, sustituyéndose entonces la frase «en Pamplona somos así» por la de «en Pamplona serás como nosotros te digamos». La organización de actos festivos el resto del año supone una cantidad ingente de trabas municipales de tipo legal, económico, burocrático... que en demasiadas ocasiones recortan o abortan iniciativas populares.

¿Son tan diferentes las fiestas que se organizan durante el año a las de San Fermín? Deben de serlo, ya que no se ha visto en fiestas de ningún barrio que los servicios municipales se esmeren tanto y los agentes municipales sean tan selectivamente permisivos como en San Fermín. ¿Es éste el precio que hay que pagar por tener unas fiestas internacionales?

En los últimos años el Consistorio pamplonés está llevando a cabo una secuencia programada de sutiles cambios, casi imperceptibles, pero que hacen que año tras año se recorte un poco más la vida social y cultural. ¿Qué ciudad que pretende estar abierta al mundo y ser capital cultural promueve pautas sociales y de dinamización de la cultura en una sola dirección? ¿Por qué se ignora y se intenta anular todo lo que se salga de la línea predefinida? ¿Qué tipo de ciudad se está intentando configurar? Son preguntas a las que seguramente nunca nos contestarán y si lo hacen nos mentirán.

Esta situación ha dado un salto cualitativo. Las peñas sanfermineras, hasta hoy prácticamente intocables, empiezan a estar acosadas por el Ayuntamiento. Lamentablemente, a tres peñas, Charco, San Fermín y Sanduzelai, se les ha denegado el permiso municipal para abrir sus locales en el Casco Viejo estos sanfermines, tal y como lo habían hecho en los últimos años. Este año se exige la licencia de apertura de todos los locales de las peñas, sabiendo que sólo estas tres no cumplen este requisito y por lo tanto no van a poder abrir sus locales estos sanfermines. Una vez iniciado este camino, no sería extraño pensar que en próximos años se exija a todas las peñas no sólo la licencia de apertura, sino una licencia de bar especial. ¿Por qué no? Las normas se hacen siguiendo criterios técnicos y se rehacen siguiendo criterios políticos, pudiendo ser legal lo que ayer no lo era y viceversa. En otras palabras, nadie puede asegurar que aun gastando una gran cantidad de dinero en acondicionar un local alquilado, en años venideros haya permiso para seguir abriendo sin tener licencia de bar. De todos es sabido que el cumplimiento de la legalidad es cuestión de dinero y de buenos contactos, y lamentablemente las peñas carecen de ambos.

Hasta hoy se han cumplido todos los requisitos que desde el Ayuntamiento se han exigido, remarcando que nunca se ha tenido ningún informe municipal negativo en aspectos como sanidad, seguridad, etcétera.

¿Se hace cumplir la normativa vigente con la misma intensidad a todos en San Fermín? ¿El nivel sonoro en las calles de día y de noche es el permitido? ¿Las actuaciones contratadas cumplen con los niveles sonoros permitidos? ¿El aforo de los bares del Casco Viejo y Ensanche es controlado? ¿Se controlan sanitariamente todos los lugares donde se venden bebidas y alimentos? ¿Se controla que la actividad que figura en la licencia de apertura se corresponda con la actividad realizada? Estas preguntas sólo son una reflexión sobre la tan manida legalidad y su aplicación, no se pretende que los sanfermines dejen de ser como son, nos gustan y queremos participar en ellos. Entonces, si no es todo tan legal...

El resto del año podemos encontrarnos incumplimientos puntuales de la normativa que nos obligan a cumplir, en edificios comerciales con más plantas de lo que dictan las ordenanzas, y en edificios incluso oficiales. Entonces, si todo no es tan legal...

En sanfermines 2009 el Ayuntamiento de Iruñea ha intentado que tres peñas no puedan abrir sus locales y consecuentemente no puedan contar con los ingresos previstos y, lo que es peor, que estas peñas no tengan presencia en el Casco Viejo de la ciudad durante las fiestas de San Fermín, rompiéndo así con una larga tradición.

¿Qué nos deparará a las peñas sanfermineras el destino municipal para la próxima década?

(*) Además de José Guerrero, Diego Itxaso y Aitziber Garralda, firman este artículo Juan Jose Sola, Enrique Ducun, Mikel San Juan, presidentes de La Única, Los de Bronce y Armonía Txantreana, respectivamente, y el resto de presidentes de las 16 peñas