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El humor de la nueva terminología sociológica

«Pagafantas»

¿Qué es un «pagafantas»? A esa pregunta responde Borja Cobeaga en su ópera prima, una comedia antiromántica con base documental en la que Gorka Otxoa hace de cobaya humana. Sus aspiraciones amorosas le llevan a ser humillado por una chica que sólo quiere ser su amiga, deambulando por la noche de Bilbo en busca de locales. Pero ya se sabe que este país no se liga.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

No abundan los jóvenes directores de comedia, por culpa de que es un género que viene siendo denostado y dentro del que sólo son respetados los grandes clásicos, como Howard Hawks, por el que Borja Cobeaga siente gran admiración. Esto no quita para que su carrera siga un camino bien distinto, pues hoy en día el banco de pruebas para el humor es la televisión, con sus series, a las que los norteamericanos denominan sitcom. Sin embargo, el donostiarra, al igual que Nacho Vigalondo, se ha hecho un nombre y llega al cine rodeado de mucha expectación. Pertenece a una generación de cineastas mediáticos, que se han formado en el medio televisivo y que, además de dedicarse a la realización, publican artículos en prensa con asiduidad.

No es algo gratuito, puesto que se trata de gente observadora, que está al día de lo que sucede a su alrededor, y lo mismo lo pueden reflejar en una columna que en el guión de un programa para televisión o en una película. Sin duda, quien ha abierto camino y sigue creando opinión es Álex de la Iglesia, aunque luego los que han venido detrás han demostrado tener su personalidad. La de Cobeaga es muy acusada y se distingue de otros de sus colegas, junto a los que cursó estudios de Audiovisual en Leioa (Luiso Bermejo, Koldo Serra), por no provenir de la cultura del cómic y del fantástico como ellos. Ha salido peculiarmente berlanguiano, con una vena mucho más costumbrista, y no sería exagerado decir que puede convertirse en un providencial heredero del maestro Azcona.

«Pagafantas» podría verse como una extensión del trabajo previo realizado por Borja Cobeaga en ETB, cuando sentó las bases de un humor con señas propias de identidad en el programa «Vaya Semanita». Se atrevió a reírse de los vascos, convencido de que nos tomamos las cosas demasiado en serio, por aquello del ombliguismo y del carácter cerrado.

Tirando del hilo sociológico empezó a airear ciertos complejos, especialmente los relacionados con el sexo. Y el temita le dio para cantidad de sketchs, todos ellos bajo el común denominador de lo poco que se hace el amor en Euskadi, donde en tal materia somos más teóricos que prácticos. Por supuesto que se trata de topicazos muy extendidos, pero la caricatura cómica ha de explotarlos sin piedad con tal de lograr que aprendamos a reírnos de nosotros mismos.

A raíz de la nominación al Óscar con su cortometraje «Éramos pocos», Cobeaga empezó a tener ofertas para pasarse al largometraje, lo que exigía otro planteamiento distinto al de sus cortos y al de sus trabajos televisivos. Al principio empezó a escribir para la productora Telespan un guión que se titulaba «Ocho apellidos vascos» y que se hacía eco del fenómeno gastronómico del país.

Lo de «Pagafantas» costó más en consolidarse, pero se fue imponiendo con el paso del tiempo, más aún cuando entró en el proyecto su equipo habitual, la que él llama su «cuadrilla de la tele», con el actor Gorka Otxoa al frente. Parece ser que ese mote se lo aplicaba al cineasta donostiarra el dibujante Borja Crespo, que es un amigo suyo y también del grupo de compañeros de estudios antes mencionado. En efecto, juntos compartieron carrera en Leioa, así que el proyecto apuntaba directo hacia Bilbo, como localización perfecta para una ópera prima.

Después del rodaje veraniego del pasado año, ahora toca enfrentarse al examen del debutante, que no lo es tanto gracias a que Cobeaga ya prepara su segundo largometraje, que se titulará «Retrasado». Va sobre un chico que dispone de ocho horas en un aeropuerto para conquistar a la chica de la que acaba de enamorarse, ya que es el tiempo que el pasaje de un vuelo retrasado tiene hasta que la compañía les embarque en otro avión.

Lo curioso del término «pagafantas» es que ha ido creciendo antes del estreno de la película homónima, y a estas alturas existen expertos con conocimientos enciclopédicos sobre tal expresión. Se supone que se basan en la experiencia, pero como quiera que su desarrollo social pertenece a los intercambios en foros de Internet, siempre conviene guardar ciertas reservas al respecto.

Incluso el mismo Borja Cobeaga dudaba sobre su dimensión real, pero, a fuerza de testimonios verídicos, consiguieron convencerle de que el «pagafantismo» es un asunto de dominio público que merece ser expuesto en una pantalla. Es por ello que «Pagafantas», a pesar de definirse como una comedia antiromántica, posee un nivel documental dedicado a explicar al espectador no informado sobre la naturaleza del fenómeno y el resto de variedades que engloba.

Así se presenta al «pafafantas» común como al tipo que intenta ligarse a un bellezón, que lo único que quiere con él es una amistad, además de cederle el honor de tener que abonar las consumiciones, que, al no llevar alcohol, frustran la posibilidad de una borrachera para desinhibirse e iniciar el contacto íntimo. Lo que antes era un «primo», ya que difícilmente podía aspirar a otro parentesco con la chica en cuestión.

La parte documental abarca más ejemplos relacionados con el «pagafantismo», algunos de los cuales pueden llevar a confusión al ser identificados con distintos nombres. El «parabrisas», el «cobra» y el «matrix» se emplean para las patéticas situaciones en las que la chica aparta rápidamente sus labios de los del animoso pretendiente, cuando percibe que éste trata de besarla por sorpresa. Si bien el colmo de la humillación lo representan el «koala», que es el abrazo amistoso con palmaditas inofensivas de triste consuelo. Y ya la total inoperancia se consuma con el «lémur», que es el estado de parálisis que conlleva el compartir cama sin sexo de por medio.

«RETRASADO»

Cobeaga ya está preparando su segundo largometraje, que se llamará «Retrasado». En él, un chico dispondrá de las ocho horas que se ha atrasado el avión para conquistar a una chica en un aeropuerto en Noche Vieja.

PAGAFANTISMO

El término Pagafantas se ha ido extendiendo antes del estreno y gracias a difundirse por los foros de Internet. Aun así, para el que no lo conozca se intercalan fragmentos documentales en medio de la película.

Los geniales cortometrajes de Borja Cobeaga

Borja Cobeaga se inició de niño haciendo películas caseras, hasta que en el 2003 realizó su primer cortometraje profesional con la actriz Mariví Bilbao. Ésta encarna, en «La primera vez», a una jubilada que contrata los servicios de un gigoló para perder la virginidad, en una versión mucho más atrevida del tema del descubrimiento tardío del sexo que la de Judd Apatow. Fue una muestra inicial de la comicidad cruel que gusta a Cobeaga, cuyo costumbrismo lacerante puede llegar a herir espíritus sensibles. En cualquier caso, su siguiente «Éramos pocos» se coló en la final de los Óscar, gracias a su original caricatura de la vida familiar. De nuevo la protagonista es Mariví Bilbao, como una interna en una residencia de ancianos que es adoptada por un marido y un hijo a los que su esposa y madre han abandonado, por lo que recurren a la figura sustitutiva de la abuela. Luego participó, junto al también donostiarra Luiso Berdejo, en el corto colectivo «Limoncello», con el segmento «Río Puerco», un divertido homenaje al western almeriense que parte del sueño de Pepe Isbert en «Bienvenido Mister Marshall». El protagonista parece inspirado en Halitosis Bill, personaje de «El show de Benny Hill».M. I.

Un rodaje que refleja y se nutre del bilbo nocturno

Durante la presentación de la película en Bilbo, varios de los protagonistas explicaron que les hacía especial ilusión volver a la ciudad en la que se había rodado íntegramente el trabajo un año antes. No es de extrañar ya que, según explica el director, Borja Cobeaga, el mismo Bilbo nocturno que se refleja en «Pagafantas» era en el que se adentraban al concluir el rodaje. El mismo equipo se pasaba, por tanto, las noches a la búsqueda y captura del bar abierto. De hecho, en la película, el protagonista deja a su novia de toda la vida para salir todos los días. Aún así, según explica Cobeaga, la realidad es mucho más cruel ,ya que «los bares cierran pronto y ninguna chica está interesada en él». Por otro lado, este rodaje ha sido la primera experiencia en el mundo del largometraje para un equipo que procede en su mayoría de las series y programas de televisión. Todos ellos han valorado esta nueva faceta profesional de forma muy positiva. Entre el reparto destaca la intervención de María Asquerino, que después de 70 años dedicados a la interpretación, se retira de la profesión tras este último trabajo. I. AMESTOY

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