Adiós, señor Malden
Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Cada uno se toma como quiere (o como puede) todo aquello que tiene que ver con la muerte. El tema no es nada sencillo, así que me abstendré de hacer chistes fáciles, aunque algunos, como los Monty Python, no pueden evitar seguir con la comedia incluso en los momentos más ¿difíciles? Durante el responso de su amigo y compañero de fatigas Graham Chapman, John Clesee soltó todo tipo de improperios a los congregados convirtiendo a su auditorio en un coro de carcajadas que acabaron entonando el «Always look on the bright side of life». Seguramente los allí presentes pasaron algo mejor el mal trago de perder a un amigo con tanto talento; el muerto, por su parte, estaría orgulloso de escuchar la palabra «joder» en su funeral. En fin, que hay funerales y funerales, y despedidas y despedidas. Algunas, a lo grande y hortera como la de Michael Jackson, y otras, discretas y sencillas.
Puestos a elegir, creo que me quedaría con la versión de los Monty Python. Karl Malden ha muerto e imagino que su funeral entrará dentro de la tipología de la discreción, a pesar de su fama y reconocimiento publico. Su carrera comenzó en el teatro, pasó por Broadway y conquistó la gran pantalla de la mano de Elia Kazan. De origen serbo-checo (hablaba en serbio hasta que entró en la escuela), Karl Malden nació en Chicago en 1912 y, a lo largo de su carrera, figuró en más de cincuenta películas, además de consolidarse en televisión con el papel del detective Mike Stone, en la serie «Las calles de San Francisco».
Malden dejó clara su versatilidad como intérprete en personajes que bien podían ser entrañables o mezquinos, héroes o villanos... En su rostro, tan reconocible, tan especial, destacaba su nariz deformada, que se había roto en varias ocasiones jugando al baloncesto; era uno de sus sellos de identidad. Tras sus inicios en Broadway en 1938, debutó en la pantalla grande en 1940 con la cinta «They knew what they wanted». Después, junto a Brando y a Kazan, se hizo un nombre en el cine: «Un tranvía llamado deseo» y «La ley del silencio» lo catapultaron a la fama. Nominado en varias ocasiones a los Óscar, el papel que interpretó junto a Brando en «Un tranvía llamado deseo» mereció el preciado galardón como mejor secundario. Además de sus nominaciones, fue presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood desde 1989 hasta 1992 y, en 2004, recibió un premio honorífico del sindicato de actores de EE.UU. Apareció por ultima vez en pantalla en la serie «The west wing», pero su impronta en el celuloide perdurará.
Dirección: Borja Cobeaga.
Guión: Borja Cobeaga y Diego San José.
Intérpretes: Gorka Otxoa, Sabrina Garciarena, Kiti Manver, Óscar Ladoire, Michael Brown, Julian López.
País: Estado español, 2009.
Duración: 80 minutos.
Género: Comedia.