El buen salvaje vuelve del exilio
«Delta»
M. I. | DONOSTIA
El húngaro Kornél Mundruczó obtuvo con este su tercer largometraje el premio Fipresci de la crítica internacional en el Festival de Cannes, después de haber participado con su anterior musical «Johanna» en la sección Un Certain Regard, y de haber ganado con su ópera prima «Pleasent Days» el Leopardo de Plata al Mejor Director Novel en el Festival de Locarno.
Es un alumno aventajado del maestro Bela Tarr y, en «Delta», depura su estilo desarrollando la parte estética y visual, aun a costa de renunciar a los diálogos convencionales y sustituirlos por expresivos y largos silencios, concediendo así el protagonismo a la fotografía de los salvajes paisajes del delta del Danubio en Rumanía. Es allí donde sitúa esta primaria historia con el incesto como tema de fondo, en cuanto expresión de una forma de vida natural y libre que no es aceptada por un sociedad cerrada.
Reencuentros
Al volver del exilio al que le forzó su comunidad, el protagonista descubre que tiene allí una hermanastra, con la cual inicia una relación de pareja en una casa construida con sus propias manos sobre el río. El repentino fallecimiento en accidente del actor Lajos Bertók durante el rodaje obligó a su sustitución, pasando el papel principal a Félix Lajkó, un consumado violinista encargado en principio de componer la banda sonora. El relato tiene ecos de la filosofía de Rousseau sobre el mito del buen salvaje, pero el argumento está inspirado en las tragedias «Hamlet» y «Electra», de Shakespeare y Eurípides respectivamente.