Patxi López organizó ayer la denominada «mesa de diálogo social», que reúne a responsables de la patronal y de los sindicatos UGT y CCOO. En la mesa faltan las centrales sindicales ELA y LAB, mayoritarias en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, que han criticado duramente este órgano por priorizar los intereses de la patronal y porque creen que busca descafeinar la lucha sindical. Más aún en tiempos de crisis. Este tipo de entente entre patronal, sindicatos y administración es calcado al que lleva años funcionando en Nafarroa, que confirma las sospechas de las centrales vascas.

Casualmente, hoy López se reunirá en Iruñea con Miguel Sanz y éste puede ser uno de los temas que traten. Porque, paradójicamente, la llegada de un «socialdemócrata» a Ajuria Enea va a traer desde un principio un retroceso para la clase trabajadora, que ve como se pone de modelo la política sociolaboral de UPN. Y aunque se justifique con la necesidad de diálogo, esconde un intento por reproducir un modelo clientelista con derecho a veto por parte de la patronal. Las razones por las que el Gobierno de Gasteiz ha decidido actuar así no son de justicia social, sino de segregación de una parte de la sociedad.