China reconoce que las protestas se extienden más allá de Urumqi
El Gobierno chino, reunido en urgencia para tratar de atajar la crisis de Urumqi, se ha visto obligado a reconocer que las protestas se extienden más allá de esta ciudad aunque ha tratado de minimizarlas. El Congreso Mundial Uigur en el exilio asegura que un centenar de personas murieron en la represión de una manifestación en Kashgar, capital histórica de los uigures. Mientras tanto, una falsa calma reinaba en Urumqi, capital administrativa de Xinjiang.
GARA |
El Gobierno de Beijing admitió ayer por vez primera que las protestas contra la dominación china no se han limitado a la capital de Xinjiang, Urumqi, sino que han alcanzado a otras ciudades como Kashgar.
La Policía de esta ciudad, capital histórica de Turquestán Oriental (nombre con el que los uigures denominan a su tierra), aseguró que logró dispersar una protesta en los alrededores de la mezquita de Id Kah -la más grande de China- pero que no hubo muertos ni heridos.
El Congreso Mundial Uigur, una de las principales organizaciones en el exilio, aseguró que la represión en Kashgar -1.600 kilómetros al suroeste de Urumqi- fue aún más sangrienta que en Urumqi y que murieron al menos un centenar de personas, todas ellas uigures.
«Las tropas han entrado en Kashgar y los testimonios desde dentro de la ciudad sostienen que han desplegado dos soldados frente a cada vivienda habitada por uigures», denunció.
Al contrario que en Urumqi, donde los colonos han son mayoría, los uigures, minoría mayoritaria en el conjunto de Xinjiang (47% de la población), son a su vez mayoritarios en Kashgar y en buena parte del oeste y sur de la provincia autónoma.
Kashgar fue escenario el pasado 4 de agosto, vísperas de la inauguración de los Juegos Olímpicos, de un ataque a una comisaría que dejó un saldo de 17 policías muertos.
El Congreso Mundial Uigur cifra en entre 600 y 800 las víctimas mortales de la crisis, oficialmente 156 según Beijing.
Hu Jintao toma el mando
Reunido bajo la dirección del presidente del país, Hu Jintao, el comité permanente del Politburó del Partido Comunista Chino reconoció que la crisis en Xinjiang «es ahora el desafío más importante y urgente» del país y anunció «castigos severos contra los responsables».
En medio de una menos visible pero importante presencia policial y militar que seguía manteniendo aislados a los uigures, los responsables políticos de Urumqi anunciaron que la situación estaba bajo control.
No obstante, la anunciada vuelta a la normalidad quedaba desmentida por la prohibición oficial, por cuarto día consecutivo, de abrir el gran bazar, mercado oriental en plena zona uigur.
«Allí, en la parte china, los autobuses funcionan y las tiendas están abiertas, pero aquí nada. ¿Es esto un trato igualitario?», denunciaba el propietario de un puesto en el mercado. «¿Cómo vamos a retomar la vida normal con tantos soldados?», añadía.
Mientras tanto, las patrullas han, armadas con barras de hierro, seguían siendo visibles ayer. «Somos patriotas y estamos defendiendo nuestro país», bramaba Bao Wei, de 22 años y miembro de uno de esos grupos de choque.«No aceptaremos que esos separatistas ataquen la unidad nacional», coincidía Han Yi, empleado de transportes que aireaba una bandera china, símbolo de un hegemonismo en alza en los últimos tiempos en el «Imperio del Centro».
Estratégico y rico en recursos, Xinjiang se ha beneficiado de cuantiosas inversiones de Beijing pero excluyendo a sus pobladores originarios .
Desde los ochenta, el territorio ha conocido un desarrollo rápido basado en la energía y los servicios mientras los uigures siguen olvidados en las zonas rurales desarrollando una agricultura de escaso valor añadido.
Beijing lanzó en 1999 la campaña «Desarrollo del Oeste», que ha supuesto 20.000 millones de euros anuales para Xinjiang, que alberga un centenar de grandes grupos económicos chinos o internacionales. Pero el 70% de su riqueza proviene de las industrias petroleras y petroquímicas, dominadas por las grandes empresas estatales y cuyo personal cualificado pertenece a la etnia han. Y eso que Xinjiang se ha convertido en la segunda región de producción de crudo tras Heilongjiang y después de superar a Shandong.
A su interés estratégico -la sexta parte del territorio de China y con fronteras con ocho países- hay que sumar sus ingentes reservas vírgenes de crudo y sus grandes recursos mineros -el decisivo carbón- y agrícolas, surgidas gracias al cultivo de regadío, pero protagonizadas por unas brigadas seudomilitares, los Bingtuans, que emplean a 2 millones de personas, la mayoría han.
Las inmensas granjas estatales de algodón reservan a los uigures sólo trabajos como jornaleros.
Los han copan poco a poco todos los empleos, hasta los mal pagados, además del comercio. Los uigures viven condenados en las zonas rurales y no tienen acceso a los bienes públicos y a la educación. GARA