La infalible comedia argentina
«Un novio para mi mujer»
Juan Taratuto vuelve a dar en la diana con su tercer largometraje, que supera el éxito de sus anteriores «Nos sos vos soy yo» y «¿Quién dice que es fácil?» gracias a la actuación de Valeria Bertucelli.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
La comedia comercial argentina tiene a su máximo artífice actual en Juan Taratuto, que viene evidenciando que el éxito inicial alcanzado con «No sos vos soy yo» no fue ninguna casualidad, puesto que se repitió con su siguiente «¿Quién dice que es fácil?», y la nueva «Un novio para mi mujer», confirma una línea ascendente que no parece conocer techo por ahora.
En esa progresión también cuenta la incorporación del guionista Pablo Solarz, que aportó frescura al segundo largometraje y repite en el tercero, gracias a las dotes de observación para el retrato costumbrista ya reveladas en su colaboración con Carlos Sorín en «Historias mínimas», y más recientemente con Alberto Lecchi en «El frasco». Ha ayudado a Taratuto a ahondar en las relaciones de pareja, a las que viene dedicando por entero su filmografía y sobre las que todavía tiene mucho que decir.
De ese inagotable filón extrae en «Un novio para mi mujer» las contradicciones inherentes a los sentimientos amor-odio que se cruzan en la complicada convivencia diaria entre las personas de distinto sexo.
La crítica ha vuelto a alabar a cuenta de «Un novio para mi mujer» el dominio de la dirección interpretativa del que hace gala siempre Taratuto y, esta vez, la mayoría de elogios van dedicados a la arrolladora actriz Valeria Bertucelli, que borda el papel de una de esas lenguaraces contertulias radiofónicas que explotan en los medios su capacidad para protestar por todo. El famoso actor y productor de la televisión argentina Adrián Suar es quien debe soportar en casa a la discursiva y criticona protagonista, hasta que se cansa de ella y decide pedirle la separación sin demasiado convencimiento.
Para lograr que ella también esté por la ruptura y la cosa sea más llevadera, idea un descabellado plan, consistente en contratar a un seductor profesional que la conquiste. Y ahí es donde entra en escena el cómico Gabriel Goity, en la donjuanesca y trasnochada caricatura de El Cuervo Flores, que es uno de esos amantes a la antigua.
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