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CRíTICA Festival de Jazz de Gasteiz

Un inspirado trío sobrevenido trajo la magia a Mendizorrotza

Javier ASPIAZU

La programación paralela del Teatro Principal, «Jazz del siglo XXI», suele incluir siempre una propuesta vocal. La de este año tenía exóticos orígenes. Lyambiko es una cantante alemana, de orígenes tanzanos, y ese bagaje cosmopolita se apreció en su desempeño escénico, donde ofreció una mixtura de influencias: desde grandes damas del jazz, como Nina Simone, pasando por clásicos del pop y del soul, hasta versiones agiornadas de éxitos africanos. El suyo fue un pop-jazz elegante y sofisticado, como el cuidado fraseo de que hizo gala, al que le faltó, quizá, un poco de alma (en su versión del inmortal «Don´t Explain», de Billie Holiday, no hubo ni pizca de dramatismo).

Pero la gran cita del martes era en Mendizorrotza, donde esperábamos que el jazz, el único género musical con capacidad siempre renovada para sorprender, pudiera hacer acto de presencia, y ¡vaya si lo hizo! Por expresa decisión de los artistas, actuó en primer lugar el sobrevenido trío de Brad Mehldau. Algún espectador indignado se quejaba de que la organización no había informado suficientemente acerca de la caída de cartel, por enfermedad, del legendario Lee Konitz, cuya falta sólo se conoció el lunes.

Afortunadamente el trío se empleó con tanto acierto que llegamos a olvidar al gran altosaxofonista octogenario. Bastaron dos temas de Parker, tocados en tempo medio, y cuatro standards para seducir a un público encandilado por la magia que se cernía sobre el pabellón. Todos rayaron a gran altura, pero el verdadero protagonista fue el contrabajista Charlie Haden (72 fecundos años de historia y leyenda del jazz), cuyos solos fueron en sí mismos historias completas, con inicio, desarrollo, desenlace y un admirable sentido.

Enunciados en el tono claro, mesurado y bello que le ha caracterizado siempre. Fueron la guinda para un concierto en el que el pianismo de Mehldau, lírico y barroco, sorprendió, valga el oxímoron, por su sencilla complejidad. Con su derecha dibujó gráciles y reconocibles melodías pero con la izquierda introdujo inesperadas citas, diseñó contramelodías e hizo amplia brecha a la inspiración del momento. Por su parte, Jorge Rossy dio una lección de gusto y sutileza manejando baquetas y escobillas. Temíamos que este célebre baterista, que los últimos años intenta reconducir su carrera hacia el piano, no estuviera en forma. Pero nada de eso. Su intervención en la sublime balada «The Peacoks», punteando en la caja la introducción de la melodía y la posterior improvisación, cada vez más intensa, de Mehldau, acabó derivando con una naturalidad desarmante hacia un ritmo de bossa que dotó de una gracia añadida a este momento culmen del concierto. Por ahora, el mejor del festival.

A continuación, el sexteto estelar del batería Jimmy Cobb, único superviviente de la grabación hace cincuenta años del mítico «Kind of blue» de Miles Davis, puso el contrapunto swingueante a esta memorable jornada. Como no podía ser menos en este homenaje, el repertorio fue netamente davisiano oscilando desde el «So what» inicial hasta el «Milestones» de la despedida. El concierto sirvió para descubrir a un altosaxofonista, Vincent Herring, de sonido brillante y enorme desparpajo improvisatorio, que eclipsó al tenor Javon Jackson y se situó casi a la misma altura de excelencia que ese trompetista, Wallace Roney, experto en el manejo de intensidades y matices, y tan parecido por otra parte, en tono y gestos, al propio Davis. Cobb condujo con mano maestra la banda y a sus 80 años demostró una soltura sorprendente en el brioso solo que regaló a la audiencia antes del bis. Fue el broche de oro para una noche feliz, de las que explican la adicción que genera el jazz

Ficha

Lugar: Polideportivo de Mendizorroza.

Artistas: Brad Mehldau, Charlie Haden y Jorge Rossy, en el primer concierto (21.00 horas). Kind of Blue, con Jimmy Cobb, Wallace Roney, Javon Jackson, Vicent Herring, Larry Willis & Buster Williams), en el segundo.

Otros conciertos: Lyambiko, en el Teatro Principial dentro del ciclo «Jazz del siglo XXI».

Precio: 25 y 12 euros, respectivamente

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