Maite SOROA
Sigue la bronca alavesa
Apenas ha terminado la luna de miel y ya empiezan a echarse los trastos a la cabeza. La cuestión alavesa ha encendido las luces rojas en el pacto entre PSE y Partido Popular y, como es natural, algunos brincan de alborozo y los otros no disimulan su preocupación.
Entre estos últimos se cuenta el editorialista de «El Mundo», quien centra el caso: «La confianza mutua entre el PSOE y el PP que alumbró el cambio de Gobierno en el País Vasco ha empezado a resentirse. La grieta ha surgido a propósito de la moción de censura para desalojar al PNV de la Diputación de Álava. Basagoiti asegura que Patxi López `se ha arrugado a la hora de la verdad', incumpliendo su compromiso de presentar una moción conjunta. El PSE niega que existiera tal compromiso, pero su actitud ha cambiado y es imposible desligar esa reacción de la oferta de estabilidad lanzada por el PNV al Gobierno vasco». Alguien miente como Pinocho. ¿Sabremos algún día la verdad?
Hasta ahí la duda, pero lo que preocupa realmente a los de Pedro J. es la consecuencia: «El PP mantiene su apoyo a López a pesar de la inquietante sombra de un posible acercamiento entre PSE y PNV. La tentación puede ser grande -sobre todo si apoya los Presupuestos del Estado-, pero entonces se diluiría la esperanza de cambio en el País Vasco». Y la carroza de Cenicienta volverá a ser una calabaza.
Desde la otra orilla, el escribiente de «Deia» sentenciaba que «Araba no es, en definitiva, sino el reflejo más nítido, por ahora, de una situación en la que los propios socialistas -sus bases y buena parte de sus dirigentes- nunca han terminado de creer, pero a la que se aferraron para llegar al Gobierno y de cuya inestabilidad comienzan a percatarse ahora los líderes del PP». Si recordáramos cuántos ha pactado el PNV para lo mismo...
Y para darle la puntilla, el editorialista se pone de lo más trascendente: «El verdadero problema es que esa fragilidad se acaba por evidenciar también en las instituciones que deben liderar y dirigir el país en tiempos de crisis». La solución, más que sencilla: Quítate tú para ponerme yo.