Durante las negociaciones previas a la investidura de Patxi López el PSE fue parco en palabras, dejando que el PP se apropiara de casi todo el protagonismo en base a una constante presencia en los medios de comunicación. El PSE permitió que se creara la imagen de que prácticamente estaba estampando su firma en el programa electoral de Antonio Basagoiti, cuando en realidad las «bases para el cambio democrático» suscritas por ambos partidos están en su mayoría entresacadas de la oferta con la que Patxi López se presentó a las autonómicas. Si alguien se ha dejado pelos en la gatera de ese acuerdo es, sin duda, el PP. Y, sin embargo, no es esa la opinión generalizada. Pero el PSE estuvo dando carrete al PP para que no dudara en ningún momento de que aquel acuerdo, además de una necesidad de Estado, le resultaba beneficioso. Sabía que llegaría su momento. Y es ahora cuando Basagoiti y los suyos empiezan a darse cuenta de que el PP tiene floridos discursos pero una cuota de poder limitada -la presidencia del Parlamento- y la capacidad de presión (chantaje) a López automutilada. Entre tanto, el PSE cuenta con los resortes del Gobierno: presupuesto para hacer cosas, protagonismo y la servidumbre de los medios con mayor penetración a los que alimenta con continuos anuncios de iniciativas. Es decir, al PP le queda la «retórica del cambio» que maneja todavía con ciertos tics de oposición y el PSE tiene las páginas del Boletín Oficial del País Vasco. Una diferencia sustancial.