Los diputados de la Asamblea Nacional francesa aprobaron ayer, por un estrecho margen de 282 votos a favor y 238 en contra, la proposición de ley que contempla la posibilidad de abrir los comercios los domingos en las zonas denominadas de «interés turístico», así como en las grandes zonas comerciales de las ciudades de París, Lille y Marsella.

La propuesta, de la que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, es su principal impulsor, ha generado meses de agrios debates, divisiones en las propias filas del partido gubernamental y críticas sindicales. Ahora tendrá que recibir el visto bueno del Senado, donde el texto se examinará a partir del próximo martes 21 de julio, para que pueda adoptarse definitivamente por el Parlamento antes de que finalice el periodo de sesiones, el 24 de julio.

Como era previsible, el proyecto legislativo recibió el apoyo del grupo de la UMP y de Nuevo Centro, salvo unos cincuenta diputados, y fue rechazado por el grupo socialista -que ya ha adelantado que recurrirá al Consejo Constitucional si el texto sale adelante-, comunistas y verdes.

En el PSF se teme que la ley «generalice» el trabajo dominical, porque donde el Gobierno contabiliza 500 localidades de interés turístico, la oposición habla de 6.000. «Esta ley atenta contra la calidad de la vida social» criticó un diputado de la UMP que votó en contra.