Raimundo Fitero
La luna
La pregunta que inunda los medios de comunicación empieza a convertirse en una pesadilla: ¿dónde estabas cuando Amstrong puso el pie en la luna? Dan ganas de contestar de malas maneras. Muchos no habían nacido, otros eran niños, algunos no se enteraron porque andaban buscando la libertad o un trabajo digno por el mundo, otros ni sabían que existía la televisión ni que la Luna podía ser visitada. Pero hace cuarenta años desde aquella circunstancia que dijo el astronauta era un «gran paso para la humanidad». Tenemos algunas dudas que se están universalizando: ¿esa frase la tenía memorizada, se la soplaron por el pinganillo, el regidor se la mostraba en cartelones o se puso después en el doblaje y edición definitiva?
No recuerdo dónde estaba aquella noche, pero sí que desde ese día y sus millones de repeticiones son unas imágenes muy vistas y lo que casi se recuerda con mayor nitidez es la retransmisión realizada por Jesús Hermida. Su flequillo, su prosodia, su sincopado decir, sus emociones prefabricadas. Desde aquél momento la sospecha no se ha aclarado nada más que por cuestiones de fe. Los que dicen que sí. Los que dudan. Los que dicen que no, son los que mejor argumentan, en ocasiones con una imaginación digna de las conspiraciones más redundantes, pero existen muchas circunstancias que recomiendan mantener la duda como método de previsión de decepciones universales.
Lo de la bandera ondeando, las sombras, las pisadas, los puntos de vista de las cámaras son argumentaciones técnicas que aportan raciocinio y que siempre encuentran contestaciones también con aparente fundamento técnico que justifican esas circunstancias, de tal manera que uno vive balanceándose entre la credulidad histórica y la duda metodológica que engarza con la primera impresión de mi abuela Emeteria, furibunda defensora de la tesis de montaje cinematográfico. Pero he escuchado a una persona decir que está convencida de la gran mentira cada vez que va hablando con un teléfono móvil y al pasar por ciertos lugares se corta la conexión. «¿Cómo es posible que hace cuarenta años se viera y escuchara con tanta nitidez la llegada a la Luna?». Eso digo yo.