Nicolás Xamardo y Jurgi San Pedro Investigadores de Oteiza
Oteiza: identidad, universalismo e igualdad
Los autores ponen de relieve la decisiva aportacion de Jorge Oteiza al pensamiento político de la identidad, que se convertiría en uno de los principales ejes de la existencia del artista, para quien la defensa de esa identidad significaba la verdadera lucha por la igualdad.
Ya en 1944, Oteiza nos presenta las bases de un pensamiento político y una práctica creativa («Carta a los Artistas de América: sobre el Arte Nuevo en la Postguerra») que ya nunca abandonaría. Transcribimos aquí uno de sus párrafos donde el compromiso de Oteiza no deja lugar a dudas:
«No tenemos historia moderna de carácter político, religioso, militar y artístico. Nada más que historias individuales maravillosas, que por esto aparecen consignadas en la historia de otros países. Sólo distinguimos dos datos históricamente suficientes o importantes. En un tiempo que para muchos es antiguo y olvidable, para nosotros muy próximo e inolvidable, los Estados vecinos de Francia y España, se reparten nuestro país y nuestras libertades. Aguardamos una completa lectura de la Carta de Atlántico. El otro hecho es que nuestro Renacimiento cumplió total y sangrientamente con la guerra de España, su primer momento político, la declaración preliminar y romántica de su anunciación. El dolor es desasosiego cultural del alma, es fe en las nuevas ideas, obliga a los pueblos a averiguar la sustancia íntima de su vida, el verdadero contorno del mundo y la fecha exacta de su corazón».
Anotada la matriz de su posicionamiento existencial, pasamos a reflexionar sobre su aportación decisiva al pensamiento político de la identidad; pensamiento que se convertiría en principio de acción el resto de su vida. Esa pasión por la identidad no es más que, en última instancia, una lucha sin concesiones por la igualdad.
¿De qué igualdad estamos hablando? De la única posible: de aquella que integra creativamente lo universal en lo propio para hacerlo a su vez universal. Insistimos, la conciencia de lo singular, de lo propio, es vital en ese compromiso permanente por la identidad; que, siempre, lo es por la igualdad. Pensemos, por ejemplo, en la teoría de la relatividad de Einstein (crear una nueva posibilidad de pensar el tiempo en relación con el espacio) que, desde el campo de la Física, ofrece un horizonte ilimitado a todos los procesos innovadores en general. Siempre que una nueva propuesta universal surge, ésta se dirige a todos sin exclusiones, presuponiendo la igualdad de todos los destinatarios, exigiendo al artista, eso sí, una (a)puesta al día constante. Es así como éste, influido por los grandes avances científico-artísticos del siglo XX, plantea en sus obras nuevas relaciones entre autor, tiempo, espacio, mito, política, perspectiva, espectador. Esto es lo que lleva a cabo Jorge Oteiza con su obra artística y de pensamiento.
La integración creativa de lo universal nos sitúa en el ámbito de una identidad dinámica, que obliga al artista a una fidelidad permanente con lo universal, en aras a renovar constantemente lo propio; único camino de conquistar el reconocimiento efectivo de su igualdad. La ética que guía la búsqueda de esta identidad dinámica es la de apostar, continuar y no ceder. Por el contrario, la no integración creativa de lo universal nos sitúa en el campo de una identidad estática, conservadora, vulnerable a las identidades hegemónicas, bien por su fuerza opresora o por lo atractivo de sus innovaciones. La moral que mueve sus reflexiones es la de no arriesgar, permanecer y ceder.
Estas dos posiciones sobre la identidad se manifiestan claramente en la teoría del conocimiento, en el método de investigación. Así, entre nosotros, podemos diferenciar a los partidarios de una u otra modalidad identitaria. El método de investigación de quienes trabajan en el campo de la identidad estática de Euskal Herria es academicista, apoyado, en última instancia, en el inventario, en el comentario de lo ya creado. No es creativo y se pierde en el análisis infinito de la diferencias infinitas de lo ya dado. En el mejor de los casos, se trata de sabios eruditos, no de creadores.
Un momento paradigmático de esta disputa sobre el método, reflejo de la posición identitaria, aplicado a las múltiples indagaciones de nuestra identidad oculta en la prehistoria, se dio en una de las reuniones de la Academia Errante -perseguida y criminalizada por Melitón Manzanas-, en homenaje a Joxemiel Barandiaran (Ataun, 25II1962), en la que Oteiza presenta su original tesis sobre el crónlech, y en la que cuestiona la escasa profundización en la interpretación de los datos acumulados en los últimos cincuenta años, y debido a los límites del método empleado: «Para Barandiarán es indudable que se trata de recintos sagrados, de lugares de reunión. ¿Pero es un recuerdo funerario que afecta a los reunidos o es un proyecto político y vital? (...) No son cementerios, no son dormitorios religiosos, sino despertadores de la conciencia en la comunidad».
Hay que reconocer en Oteiza el alcance del método basado en la noción de identidad, en el que es central el axioma (intuición creativa): todos los procesos creativos universales (científico-artísticos), son idénticos, más allá del tiempo y del espacio. De ahí que sea capaz de detectar nuestra identidad fuera de los límites temporales y espaciales establecidos por la Academia, que únicamente percibe distancias y diferencias insalvables. Y afirme, con la legitimidad que le otorga su fuerza creativa, que, salvando circunstancias secundarias, el proceso artístico del crónlech y su obra son idénticos. Porque quien los identifica es una idea: la idea de vacío. Y es que nos encontramos ante un pensamiento creativo de la identidad y la singularidad -generador de disenso-, que choca frontalmente con el pensamiento dominante (academicista), centrado en la noción de diferencia y pluralismo, creador de consenso.
Por eso, la construcción de la identidad en Oteiza es dinámica, progresista, mientras que la de los academicistas, en última instancia, es conservadora y reaccionaria. Estos parecen no ser conscientes del peligro de llegar a convertirse, desde su sesudos estudios sobre los elementos de una identidad estática, en meras diferencias de una identidad ajena (ser diferentes en la identidad española; no ser iguales, desde la propia identidad, respecto a la identidad española) y ello a pesar de contar con datos que, a la luz de un método fiel a lo universal, a la identidad dinámica, son suficientes para construir nuestra propia historia política, militar, religiosa, científica y artística y afirmar: No somos diferentes a España y Francia, somos iguales. Tenemos nuestra propia identidad.
En fin, a modo de conclusión abierta y provisional, he aquí las categorías centrales que, en nuestra opinión, dinamizan el proceso del pensamiento y creación de Jorge Oteiza: identidad y diferencia; identidad dinámica y estática; identidad y universalidad e identidad e igualdad. Nociones imprescindibles, pensamos, para seguir trabajando por la identidad de Euskal Herria desde cada uno de los ámbitos de creación de lo propio. Y conocer en cada momento en qué fase de la lucha por la identidad nos encontramos.