Final inminente para la «Jungla de Calais»
Provienen de Afganistán, Eritrea, Irán, Irak, Sudán, Somalia e incluso de Vietnam. Muchos han necesitado semanas e incluso meses para llegar y han tenido que cruzar altas montañas y severos desiertos. Unos tienen familiares en Gran Bretaña, otros acuden en busca de un trabajo o para estudiar, no pocos llegan huyendo de sus países de origen por razones políticas, religiosas o étnicas, y todos esperan encontrar una vida mejor. Son los habitantes de la «Jungla de Calais», un campamento de inmigrantes ubicado en esa localidad francesa, en el que malviven actualmente más de 800 inmigrantes que sueñan con llegar a la costa británica. Tras haber cubierto miles de kilómetros, se enfrentan a los últimos, los más difíciles, los que separan a Calais de los acantilados de Dover.
Según las últimas noticias, este colectivo de inmigrantes podría estar contando las últimas horas en «la jungla», puesto que el Gobierno francés habría decidido el cierre inmediato del campamento y la deportación masiva a sus lugares de origen de los inmigrantes. Una decisión no por anunciada menos inhumana. Poco o nada importa si a muchos de los que quieren introducir a la fuerza en un vuelo charter les espera en su destino la cárcel o acaso algo peor. El objetivo es «limpiar» la «jungla» de «alimañas» para recuperar su limpio bosque. El resto da igual.