Richard Holbrooke declaró durante su visita a Kabul que la organización de las elecciones en las condiciones que vive Afganistán, «tanto culturales, históricas como, sobre todo, de seguridad», será «extraordinaria- mente difícil». Las declaraciones del enviado especial estadounidense para Afganistán y Pakistán coincidieron con los ataques perpetrados por tres kamikazes contra un hospital y dos edificios gubernamentales en Khost, que se saldó con la muerte de los tres atacantes y cuatro personas heridas, y que puso de manifiesto el clima de violencia a un mes de los comicios, previstos para finales de agosto.

Según Holbrooke, toda organización de unas elecciones es complicada, pero hacerlo en situación de guerra es «extraordinario». Las dudas sobre la credibilidad de las elecciones del 20 de agosto crecen, ya que atentados como los de ayer en Khost, que se han multiplicado en las últimas semanas, podrían disuadir a los afganos de ir a votar.

Sin embargo, el enviado estadounidense aseguró que los comicios serán un éxito y que la ciudadanía no dejará de participar en el proceso electoral por las amenazas de una «pequeña minoría talibán».

Cerca de 90.000 soldados extranjeros, la mayoría estadounidenses, ocupan Afganistán con la intención de combatir la insurrección islamista. Ayer, un soldado británico murió por la explosión de una bomba en el sur del país, y el viernes, un militar de la OTAN falleció en un enfrentamiento en el este.

La cifra de soldados extranjeros muertos en Afganistán ha alcanzado niveles récord en las últimas semanas, desde el inicio de dos importantes ofensivas de las tropas invasoras en el sur. Julio se ha convertido en el más mortífero desde el inicio de la invasión, en noviembre de 2001, con 67 soldados fallecidos, según el recuento del portal independiente de internet icasualties.org. Desde principios de año, la cifra de militares extranjeros muertos se eleva a al menos 223.

En relación a la situación del país centroasiático, el primer ministro Gordon Brown, y el presidente de EEUU, Barack Obama, coincidieron en la necesidad de que otros miembros de la OTAN hagan una mayor contribución a la misión de la Alianza en Afganistán. Según confirmó Downing Street, ambos estuvieron de acuerdo en la importancia de un mejor reparto de la carga civil y militar con los aliados de la OTAN. El viernes, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas británicas, Jock Stirrup, se había quejado de que Gran Bretaña «hace más de lo que justamente le corresponde».