El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, anunció ayer que levantará un campamento en la frontera entre Nicaragua y Honduras donde permanecerá a la espera de retor- nar a su país como mandatario legítimo. «Hoy vamos a instalar aquí campamentos con agua y comida y aquí vamos a estar hoy en la tarde, hoy en la noche, mañana en la mañana esperando a los amigos y compatriotas que vienen», afirmó Zelaya ante sus partidarios en la zona fronteriza de Las Manos, al tiempo que pidió a su pueblo mucha «firmeza».

Zelaya pasó la noche en Ocotal, en Nicaragua, después de que el viernes entrara brevemente en territorio hondureño y pidiera, sin éxito, entrevistarse con su familia y dialogar con la cúpula militar que el 28 de junio lo expulsó del país.

«Que vengan los hondureños para la frontera con Nicaragua, en Las Manos», convocó Zelaya en declaraciones a la radio hondureña Radio Globo. Mientras, al otro lado de la frontera, a unos 35 kilómetros, los militares y policías bloqueaban el paso a sus familiares y seguidores.

A su llegada a Las Manos, Zelaya manifestó que «estamos decididos a ir hasta las últimas consecuencias para defender la democracia y los derechos humanos», y anunció que permanecerá allí dos o tres días. Con ese fin, se instalarán tiendas de campaña para los manifestantes, a los que se proveerá de agua y alimentos.

«Sepan que la victoria es nuestra y está en nuestras manos», aseguró Zelaya, quien agregó que los golpistas, representados por Roberto Micheletti, «se equivocaron».

El legítimo presidente hondureño afirmó, según recogió Telesur, que entre los involucrados en la asonada político-militar que le expulsó del poder se encuentra una élite económica representada por «las diez familias que en Honduras se han apropiado de toda la riqueza nacional y que «tiene un brazo armado que no es el Ejército, sino la cúpula militar a la que tenemos que condenar. Tiene (la élite) un brazo político que se han prestado al juego los dos candidatos presidenciales de los tradicionales partidos políticos».

En este sentido, precisó que de ahora en adelante se forjará «la resistencia contra el golpe de Estado y una resistencia ideológica diferente a las demás, para luchar por el pueblo», indicó Manuel Zelaya. «Vamos detrás de los golpistas hasta amarrarlos y sacarlos de Honduras. Vamos por la democracia y la Presidencia», subrayó.

A sus partidarios les dijo que «tienen que sentirse fortalecidos, porque lo que están cosechando es una semilla que yo sembré, pero ustedes la están haciendo germinar. Están logrando con su fuerza establecer una nueva sociedad para que el futuro de las nuevas generaciones tengan suficientes garantías para que nadie vuelva a pretender humillarlos. Los derechos del pueblo -afirmó- no se rinden ante nadie».

«Ustedes están haciendo un esfuerzo, pero hay una compensación para ese esfuerzo: la Honduras de hoy es diferente a la de antes del golpe de Estado (del 28 de junio pasado) y de la cuarta urna (...) Le hemos dado un ejemplo al mundo que el pueblo sabe resistir la represión con dignidad, valentía y patriotismo», sostuvo Zelaya.

Signos de tortura

Poco antes de que volviera por segundo día consecutivo, a Las Manos un joven seguidor de Zelaya fue encontrado muerto en el departamento fronterizo hondureño de El Paraíso. La víctima, hallada en una finca de producción de café, fue identificada como Pedro Magdiel Martínez, de 23 años, vecino de una población de Tegucigalpa.

El joven presentaba signos de tortura en manos, rostro y otras partes del cuerpo y varias heridas de arma blanca. Según los vecinos de la zona, fue detenido la víspera por las fuerzas de seguridad acusado de «fumar marihuana», mientras Zelaya escenificaba su breve regreso al país.

La Policía, que utilizó fuego real y lanzó gases lacrimógenos para disolver a los manifestantes, aseguró que el único joven detenido el viernes, y puesto en libertad, no es el fallecido, y denunció que los vecinos de la zona «no permitieron el acceso de un fiscal y de agentes del orden a la escena del crimen».

Desde el golpe de Estado del 28 de junio, el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Honduras (COFADEH) había contabilizado la muerte de al menos tres personas, cuatro con Pedro Magdiel Martínez, además de centenares de detenciones e innumerables violaciones de derechos humanos.

El viernes fracasó el segundo intento de Manuel Zelaya de regresar al país, a pesar de que permaneció en territorio hondureño durante dos horas antes de regresar a Nicaragua para «no ser causa de violencia» y tras ser nuevamente amenazado con ser detenido y enjuiciado por varios delitos. Entonces, permaneció durante unas ocho horas a Las Manos tratando de negociar con el Estado Mayor del Ejército hondureño su regreso sin ser arrestado.

Decenas de seguidores cruzaron la frontera al lado nicaragüense para esperarlo y a ellos se sumaron centenares más que, durante el día de ayer, sortearon el cerco del Ejército y la Policía a través de las montañas. Algunos no pudieron disimular su decepción por la decisión adoptada el viernes por Zelaya de regresar a Nicaragua y su cansancio, según manifestaron a France Presse.

La presencia militar y policial se incrementó durante la noche y las autoridades de facto ampliaron el toque de queda en la frontera. El golpista Roberto Micheletti dijo que la actitud de Zelaya fue «irresponsable, no meditada y de muy poca seriedad» y reiteró que será detenido si regresa a Honduras.

Con él coincidió la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que calificó de «temeraria» y de «provocación» la decisión de Zelaya, y también con el mediador y presidente de Costa Rica, Óscar Arias, quien dijo que la fugaz entrada en Honduras de su presidente «no es el camino» y abogó porque se firme el acuerdo propuesto por él.

Su última propuesta incluye la formación de un Gobierno de unidad y reconciliación nacional encabezado por Zelaya, una amnistía para todos los delitos políticos relacionados con el golpe de Estado y la creación de una comisión de la verdad.