Mark Price es galés y tiene treinta años, además de un innegable talento (más bien comercial, unido al don de gentes) que le ha dado la posibilidad de filmar una película por poco más de 50 euros y «colocarla» en el prestigioso festival de Sitges. Mark, que trabaja en una empresa de mensajería, ha dirigido, producido y escrito (él solito, dice) «Colin», una cinta de zombis contada desde el punto de vista de los no-muertos. El actor Alastair Kirton encarna a Colin, un hombre que es mordido por un zombi y que, tras morir, resucita convertido en uno de ellos. Nada demasiado original, muy de película de zombis. Tampoco es demasiado original que la sangre fluya a borbotones en los filmes de este género; algo en lo que ha ahorrado gastos con un colorante alimenticio mezclado con agua caliente. Así de fácil, nada de desangrados ostentosos y costosos. Rodada entre Gales y Gran Bretaña, Mark tan sólo utilizó dos cámaras domésticas y el montaje lo realizó en su propia oficina con programas como el Adobe Premier 6. Un chico básico. A pesar de que el año pasado la cinta recibió el galardón especial del jurado del Festival de Cine de Revenant (un festival de Seattle especializado en películas sobre zombis), la película no lo ha tenido fácil para conseguir distribuidor. El galés confiesa haber acudido a Cannes en busca de fortuna, pero acercarse hasta el festival y vestirse apropiadamente le costó bastante más que la producción.

El largometraje pudo realizarse con tan escaso presupuesto gracias al uso de las redes sociales Facebook y Myspace, ya se sabe que, sin amigos a los que explotar, está uno perdido. Price realizó una convocatoria a través de las redes sociales para reclutar secundarios con los que completar su equipo, formado finalmente por cerca de cien personas, aunque la mayoría fueron «amigos y amigos de otros amigos».

La película, que en octubre y coincidiendo con Halloween se estrenará en Gran Bretaña, no ha sido mal valorada entre los amantes del género y de momento continúa su promoción en la red de redes. Visto así parece sencillo lanzarse hacia una distribución semiprofesional desde el ámbito amateur. De hecho, más de dos «cineastas» han sabido hacer un buen abuso de sus amigos y de los amigos de sus amigos, para después despistarse a la hora de repartir los beneficios conseguidos en festivales y demás.

Es lo que tiene el rollo de los amígueles...