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Maldita hipoteca

«Arrástrame al infierno»

Sam Raimi se toma un respiro, antes de seguir con la saga de «Spider-Man», para volver al cine de terror hecho con espíritu de serie B. La crítica ha respondido favorablemente a una propuesta que ironiza en torno a la crisis económica, mediante buenas dosis de humor negro que convierten los efectos especiales en un divertido espectáculo granguiñolesco, aunque sin el impacto visual de sus inicios en el gore con la añorada «Posesión infernal».

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

El cine de terror mayoritario se ha convertido en un reducto para adolescentes, lo que obliga a los verdaderos aficionados al género a perderse en festivales especializados. Hoy en día es imposible que Sam Raimi pueda volver a realizar una cinta gore como su ópera prima de 1.982, «Posesión infernal». La trilogía «Spider-Man» le ha convertido en el rey de las producciones para mayores de trece años. La gran virtud de Raimi es que hace buen cine sin salirse de los márgenes del producto pensado para el público quinceañero.

Las buenas críticas en el estreno norteamericano de «Arrástrame al infierno» son un modo de premiar la constancia de un cineasta que mantiene su independencia desde dentro, logrando recrear el espíritu de la serie B con los presupuestos y las recaudaciones de los grandes estudios.

«Arrástrame al infierno» pertenece a la tradición crítica del cine de terror, aquella que utiliza el desarrollo argumental para dejar traslucir aspectos denunciables de la sociedad. Sam Raimi asegura que escribió el guión con su hermano Ivan antes del estallido de la crisis económica, y utilizó la usura de los banqueros para representar las consecuencias de la avaricia extrema. La ironía reside en que, cuando la gitana anciana acude a su sucursal bancaria, no tiene intención de echar ninguna maldición, pero la negativa de la señorita de la ventanilla a prorrogar la hipoteca de su casa desata sus iras. Se trata de una joven arribista que aspira al ascenso derivado de una alta plaza vacante en la entidad, para lo que deberá cumplir a rajatabla todas las normas. Pero no sabe que esta misteriosa mujer pertenece a una tribu gitana que mantiene tratos diabólicos desde décadas atrás, cuando un payo osó robar las joyas familiares y se vio condenado literalmente al infierno.

Raimi no le teme al número 13

Sam Raimi se inició en el terror con«Posesión infernal», película que inauguró una nueva forma de entender el gore. Pero el cineasta sentía una atracción por la comedia de acción, y para realizar su «Ola de crímenes» se alió con los hermanos Cohen. Volvió sobre su seminal «Evil Dead», rodando las continuaciones «Terroríficamente muertos» y «El ejército de las tinieblas». Con «Darkman», se volcó en el mundo del cómic y con «Rápida y mortal», en el del western. Su obra maestra fue «Un plan sencillo», una muestra de cine negro. Tras el comercial melodrama deportivo «Entre el amor y el juego» y el suspense paranormal de «Premonición», Raimi se puso al frente de la saga «Spider-Man». Ahora llega el número 13. M. I.

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