De la amiguita de correrías de Paris Hilton, se puede decir que en la pantalla luce con muy mal aspecto. La chica aparenta muchos más años de esos ventipocos que se supone que tiene, aunque en esta comedieta familiar las ojeras pueden pasar por aquello de que le vienen bien para fingir un embarazo. Porque la terrible Lindsay Lohan regresa a la comedia, habiendo tocado fondo con el thriller «Sé quién me mató». Viéndola en «Un trabajo embarazoso», se podría pensar que intenta poner orden en una vida llena de accidentes y errores. La hora y media que dura la película es un recorrido por la cuerda floja lleno de mentiras y engaños.

No sé si merece la pena nombrar al guionista y a la realizadora, dos debutantes que no pasarán a la historia del género. Hay alguna otra ocurrencia por ahí, pero que no bastan ni para llenar los dos minutos del trailer, como cuando la protagonista se ve amenazada por su jefe, que está a punto de despedirla, y, al ver una figura afro de la fertilidad, responde instintivamente y a la desesperada que está embarazada. No sólo logra salvar su puesto, sino que encima se gana las atenciones de sus compañeros. Como en la empresa se creen que va a ser madre, la nombran asesora de un libro sobre la maternidad, y ella persiste en el embuste hasta el final.