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Etxerat enseña la solidaridad con los presos políticos en playas y paseos

«La solidaridad ni descansa ni conoce cambios de estación». En tiempos en los que este concepto esta perseguido, ése fue el eslogan con el que mostraron ayer su cariño a los represaliados los familiares de presos políticos vascos. Como cada primer domingo de agosto, lo hicieron en las playas y, dado que en esta ocasión el sol no acompañaba, también en los paseos marítimos de las localidades costeras.
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Es sabido que para los familiares y amigos de los presos políticos vascos no hay vacaciones debido a los largos viajes a los que obliga la dispersión. Y también que el verano no interrumpe las movilizaciones de Etxerat, que saca su solidaridad a carreteras, playas o el acto anual del santuario de Loiola. Ayer demostraron además que para acudir a los arenales no hace falta sol. En un mediodía en el que los bañistas se contaban casi con los dedos de la mano en algunas playas, los miembros de este colectivo cumplieron con una cita anual que ya es tradición. Enseñaron sus reivindicaciones no sólo sobre la arena, sino también en los paseos coste- ros, que estaban bastante más concurridos.

Fue el caso de Zarautz, donde Arrate Makazaga recalcó que «la solidaridad no va a desaparecer hasta que se respeten sus derechos« y «estén todos en casa». En esa localidad, medio centenar de personas con ikurriñas -algunas con crespón negro- y carteles por la repatriación recorrieron el pueblo hasta la playa. Allí desplegaron pancartas con las fotos de los más de 700 prisioneros políticos vascos.

Además, a lo largo de todo el paseo marítimo zarauztarra había colocadas, en las farolas, banderolas con el dibujo de toldos playeros en cada uno de los cuales estaba inscrito el nombre de prisiones españolas y francesas, los kilómetros a los que se encuentra de Euskal Herria y el número de estos presos que están encerrados en cada una.

Makazaga saludó que con estos actos que se reprodujeron en playas guipuzcoanas, vizcainas y labortanas se ha logrado «una preciosa ola solidaria». Subrayó que es necesaria ante la aplicación de «la dispersión y la cadena perpetua», ante las agresiones que se producen entre rejas, ante los cacheos, ante la violación de las comunicaciones o ante la negativa a liberar a los presos enfermos. Y Etxerat recordó que todo ello es consecuencia «de la criminal política penitenciaria impulsada por el PSOE con la ayuda del PNV».

No obstante, se mostró segura de que «se va a acabar con esto» desde tres vías: el compromiso de los presos, la denuncia social y la movilización. «Y ellos lo saben», concluyó, a lo que añadió que «por eso criminalizan la solidaridad». En su opinión, lo único que la Ertzaintza está logrando al quitar carteles que luego se ponen de nuevo es «un ridículo espantoso».

A comisaría en Zarautz

La Ertzaintza puso trabas en varios puntos, con identificaciones a los responsables, y en Zarautz se llevó a comisaría a dos jóve- nes que trataban de desplegar una pancarta. Quedaron libres después, pero con la amenaza de apertura de diligencias.

En este punto se movilizaron unas 160 personas. Muy cerca, en Orio, fueron 250, que caminaron entre bertsos. En Gipuzkoa destacaron también los actos de Deba, Zurriola, Getaria u Hondarribia, que reunieron a un centenar aproximadamente. En Bizkaia destacó el acto de Ondarroa, con 213 participantes y nueve txalupas que sacaron la reivindicación a la mar. En Lekeitio fueron 250, con piraguas y botes incluidos, en EA 130 y en Laga-Laida 120.

Hendaia fue el punto más exitoso de Lapurdi, con unos 280 solidarios con los presos. Y en el pantano alavés de Landa también se reunieron 35 personas.

«El acto está prohibido, pero tengo la orden de dejarlo hacer si alguien me enseña el carnet»

En la playa de La Concha, los miembros de Etxerat se encontraron con la inesperada presencia de tres efectivos de la Ertzaintza. Uno de ellos portaba una orden judicial en la mano. El diálogo posterior, mantenido en euskara, podía integrar una antología del absurdo. El mando explica a los congregados: «Esta es una prohibición del Juzgado, pero tengo la orden de dejar hacer la concentración. Con una condición: que alguien me enseñe el carnet». El auto lleva la firma de Baltasar Garzón, Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Es la orden emitida en la tarde del sábado y por la que se prohíben todos los actos reivindicativos convocados esta Aste Nagusia donostiarra.

Una mujer entrega su carnet de identidad a la Ertzaintza. Luego contacta con otras concentraciones y descubre que en la mayoría de los sitios no hay trabas. Les explica por teléfono que «aquí nos están diciendo que no se pueden llevar banderas de Askatasuna, pero ya les hemos dicho que no somos de Askatasuna, que somos de Etxerat. Nos dice que Garzón tiene dudas de si esto de Askatasuna o de Etxerat». La mujer parece tranquila después de hablar con el agente, pero sin embargo, a sólo unos metros de distancia, otro uniformado habla por móvil con sus compañeros de comisaría y les cuenta otra cosa muy diferente: «Aquí habrá del orden de unas 30 personas. Cada uno tiene foto de presos y hay banderas de Askatasuna».

Así las cosas, nadie puede saber cómo acabará el expediente, el enésimo que se abre en este verano por el mismo motivo y en un limbo legal absoluto. Lo que sí está claro es que los familiares no están dispuestos a quedarse quietos. Van desde Alderdi Eder hasta el túnel de Ondarreta con su pancarta y sus fotos, ante la mirada atenta de los turistas. Ramón SOLA

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