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Juan Mari BELDARRAIN Miembro de Eguzki

Sobre la medida del «metro» en Donostia

Los datos en torno al metro son confusos y no permiten tomarle la medida adecuadamente

Y vosotros, no tenéis nada que decir sobre el metro?». Pues sí y no. Si hay que limitarse a hablar del proyecto o, mejor, la idea que hicieron pública hace poco, pues no tenemos claro que merezca la pena. Si, por el contrario, se trata de abordar la problemática del transporte público en Gipuzkoa, sí tenemos qué decir y, de hecho, llevamos años diciendo que el servicio es deficiente o manifiestamente mejorable.

«¿Por qué?». Porque existe un abismo entre lo que las instituciones dicen y lo que hacen. Pregonan las virtudes del transporte público y hacen campañas para que nos «concienciemos» de que debemos utilizarlo. Sin embargo, la parte del león de los presupuestos sigue destinada a carreteras, o sea, a fomentar el modo de transporte basado en el vehículo privado. Es más, últimamente, el Estado y las comunidades autónomas subvencionan directamente la adquisición de coches, como si fuera lo más normal.

También hay partidas millonarias para otras infraestructuras, como el TAV, el superpuerto de Pasaia o la ampliación del aeropuerto de Hondarribia, pero para invertir en los servicios susceptibles de ser utilizados en el día a día por los ciudadanos apenas queda calderilla. ¿A cuánto ascienden, si no, las inversiones previstas en Eusko Tren y RENFE? Por no hablar de las destinadas a bidegorris. En Pasaia, por ejemplo, se han hecho obras muy complejas y caras para enlazar la N-1 con la A-8, pero «no ha habido ocasión» de crear un bidegorri que comunique de forma segura Donostia con Orereta. Otro tanto cabe decir de las obras del Segundo Cinturón en el entorno de Hirubide, mientras sigue sin existir no ya un bidegorri, sino una mera conexión peatonal entre Lasarte y Rekalde o entre Lasarte y Usurbil.

Incluso en Donostia, que presume de avanzada en materia de movilidad -y, comparativamente, puede que hasta lo sea-, ¿por qué llevamos veinte años sin disponer de un equipamiento básico como una estación de autobuses en condiciones? Porque el Ayuntamiento, diga lo que diga, no ha considerado que sea lo suficientemente importante y, en consecuencia, la ha ido relegando. De hecho, proyectos no tan básicos y más caros han salido adelante estos años. Mientras, siguen proliferando los aparcamientos en el centro y se prometen parkings disuasorios que por su ubicación y características, disuaden de su utilización a los potenciales usuarios. Un dato del último informe de sostenibilidad del Ayuntamiento: en los últimos cinco años, el número de vehículos ha aumentado en la ciudad un 12,6%. Sería injusto achacar esto a la política del Ayuntamiento -aunque algo también tendrá que ver, ¿no?-, pero es un dato que pone de manifiesto que no hay de qué jactarse.

Pero centrémonos en el tren, pues el metro se plantea como una nueva línea del Topo. De Eusko Tren cabe decir que presta un servicio aceptable, pero limitado. La línea ha empezado a desdoblarse, pero, al ritmo actual, el tramo Irun-Zarautz no estará completo hasta dentro de quince años. Mientras, las frecuencias de los servicios sólo podrán incrementarse de forma muy limitada. Y en este contexto llega la noticia bomba de que el Gobierno Vasco está dispuesto a invertir una millonada en los 4,3 kilómetros que tendría el metro. ¿Cómo vamos a acogerla? Pues con escepticismo.

«Pero quizá ahora con el PSOE en el Gobierno Vasco...». Hombre, al PSOE no le han faltado en los últimos años ocasiones de fomentar el ferrocarril en Gipuzkoa, pues no hay que olvidar que, tan básico como Eusko Tren, es el servicio de cercanías de RENFE, dependiente del Gobierno de Madrid. ¿Y qué diagnóstico cabe hacer de este servicio? Pues que presenta deficiencias notables, por ejemplo, en frecuencias, que no han mejorado en los últimos 27 años, o en la accesibilidad y seguridad de estaciones. En este sentido, cabe recordar que muchas, como las de Andoain, Herrera, Tolosa o Anoeta, presentan dificultades de acceso insuperables para personas mayores, discapacitadas, con coches de niños, biclicletas... Pero es que, incluso una vez de haber accedido a la estación, está el problema de subir al propio tren. RENFE-Adif prometió que estas últimas dificultades se solventarían con los nuevos vagones CIVIAS. Y nosotros lo celebramos públicamente. Sin embargo, aun antes de que hayan entrado oficialmente en servicio, el propio comité de empresa de RENFE ha denunciado que las «nuevas» unidades tienen más de veinte años. En realidad, están trayendo a Gipuzkoa el material que jubilan en otras zonas. Particularmente denunciable nos parece que aún existan peligrosos pasos de vía sin soterrar, que el año pasado costaron la vida a tres personas en Urnieta, Hernani y Andoain. Se está planteando meter toda una línea de ferrocarril en el subsuelo de la ciudad y, sin embargo, parece que, un año sí y otro también, hay impedimentos técnicos o económicos para construir media docena de pasos soterrados para peatones. Esta contradicción cuenta con un ejemplo sangrante en la propia ciudad: en Intxaurrondo sólo han conseguido que se vaya a soterrar la trinchera de RENFE al 50%. ¿Qué pasa?, ¿qué soterrar vías en los barrios no es tan chic como hacerlo en zonas «más nobles»?

Insistimos, es en este contexto, en el que el transporte público es la cenicienta de los presupuestos públicos y las líneas de tren subsisten con las inversiones justas, en el que se nos presenta un proyecto de metro costosísimo y centrado en una parte de la ciudad que, al menos a priori, no parece ser la más necesitada. Además, la presentación viene aderezada con cifras fantásticas. Para muestra, un botón: se ha hablado de un proyecto capaz de dar servicio anualmente a 23 millones de viajeros. Veamos: el estudio del tranvía de Donostia, con 15 kilómetros y dos líneas, calculaba un máximo de 8 millones; Eusko Tren transporta unos 7 millones; RENFE (cercanías) 7,7. ¿Y el nuevo metro, 23? Esto da qué pensar, como da qué pensar el hecho de que el metro no aparezca en el Plan General ni en el Plan de Movilidad aprobados por el Ayuntamiento, ni por supuesto en los planes de ordenación territorial de ámbito superior. ¿Para qué sirven todos estos instrumentos de planificación si luego cada dos por tres se presentan de forma improvisada proyectos de este calado? Por eso no nos extraña que muchos se hayan tomado esto del metro como una serpiente de verano.

«O sea que estáis en contra». ¿En contra? Probablemente, ni siquiera quepa decir que estamos «en contra», entre otras cosas, porque los datos en torno al metro son confusos y no permiten tomarle la medida adecuadamente. De lo que estamos convencidos es de que, si algún día las instituciones se decidieran a abordar de una forma razonable la problemática del transporte público y, particularmente, del tren en Gipuzkoa, el proyecto de metro difícilmente se encontraría entre las actuaciones prioritarias.

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