La Quincena Musical rinde homenaje a Haydn con «La Creación»
La Coral Andra Mari y la Orquesta Sinfónica de Euskadi unen sus fuerzas esta tarde para la interpretación de uno de los oratorios más populares de todos los tiempos, «La Creación», de Franz Joseph Haydn, de quien este año se conmemora el segundo centenario de su muerte. El concierto, primero con el nuevo director titular de la OSE al frente de la formación, servirá así de pequeño homenaje de la Quincena Musical a «Papá Haydn».
Mikel CHAMIZO
El 2009 está conmemorando el segundo centenario de la muerte de Franz Joseph Haydn, un autor que parece mantenerse siempre en un segundo plano en el interés de los aficionados a la música clásica. En vida, no obstante, gozó de un reconocimiento sin parangón en Europa, y fue el primer autor que logró convertirse en un clásico vivo, ya que la música del longevo Haydn obtuvo el éxito allí donde se interpretó, cosechando la admiración de aficionados, mecenas y profesionales de las tradiciones musicales más diversas.
Por desgracia, la inmensa mayoría del catálogo de Haydn pasó al olvido pocas décadas después de su muerte, convirtiéndose en autor recordado tan sólo por «La Creación» y las sinfonías de «Londres», de entre las más de mil doscientas obras que compuso. Aunque en las últimas décadas la figura de Haydn ha recuperado mucho de su esplendor pasado, se sigue pensando en él como autor básicamente instrumental, con algún oratorio y alguna misa en repertorio, pero con una producción operística casi completamente ignorada.
Puede que el hecho de ser tan prolífico haya sido uno de los handicap que ha mantenido al aficionado lejos de la música de Haydn. Beethoven sólo compuso nueve sinfonías, pero, ¿por dónde empezar a escuchar las más de cien que escribió Haydn? También sobrevuela la sospecha, completamente infundada, de que escribiendo tantísima música Haydn no pudo alcanzar la profundidad y genialidad que sí lograron Mozart y Beethoven, sus colegas en el triunviato clásico. Como bien explica Miguel Ángel Marín en el recientemente publicado «Joseph Haydn y el cuarteto de cuerda», «el triunvirato de clásicos vieneses aparecería desde entonces unido, pero el viejo Haydn era visto como una mera preparación de la cúspide alcanzada sólo por sus dos colegas. Por razones casi siempre ajenas a su obra musical, como unos orígenes humildes, su actividad como músico de calle durante un tiempo o una biografía poco dada a la exaltación, la reputación histórica de Haydn ha servido para enfatizar esta visión negativa». Esta visión sobre Papá Haydn, apodo con el que se le llama habitualmente, no debe confundirnos sobre la importancia histórica que tuvo Haydn en la evolución de la música occidental. Y es que sus contemporáneas le asignaban ya la invención de dos géneros que en el futuro habrían de ser capitales: la sinfonía y el cuarteto de cuerda. Hoy en día esa afirmación se considera algo exagerada, pero no hay duda que el extraordinario talento de Haydn creó un catálogo de recursos formales y compositivos que, para Marín, «fue el legado más preciado que heredaron las generaciones siguientes, aunque éstas no siempre supieran reconocerlo».
Haydn decidió escribir su obra más famosa durante su primer viaje a Inglaterra en 1791, donde pudo escuchar varios oratorios de Haendel, entre ellos «El Mesías». Tras encargar al barón Gottfried Van Swieten que preparara el texto -a partir del «Génesis», aunque también se inspiró en «El paraíso perdido» de John Milton- Haydn finalizó la obra en el año 1798, estrenándose con un enorme éxito en las principales ciudades europeas, y en especial en Viena, donde se institucionalizó una representación anual de «La Creación» dirigida por el propio Haydn. El oratorio narra en treinta y cuatro números los seis días que, según el «Génesis», empleó Dios en crear la Tierra a partir del caos y al hombre y a la mujer a partir de la Tierra.
La narración termina cuando todavía el mundo es un paraíso donde las criaturas conviven sin conflicto: el león con el cordero, el hombre con la mujer.
Adán, Eva y los arcángeles Gabriel, Rafael y Uriel son los principales protagonistas de esta obra maestra del género sinfónico-coral. M. C.