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Unasur celebrará una cumbre sobre el uso de EEUU de las bases en Colombia

Los presidentes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) no consiguieron alcanzar un consenso sobre su rechazo a la presencia estadounidense en bases militares de Colombia, pero acordaron convocar para el 24 de agosto en Quito a los cancilleres y a los ministros de Defensa a una reunión especial para tratar sobre la utilización por parte de EEUU de siete bases de Colombia. La Declaración de Quito alienta a fortalecer la integración regional.

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La cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) concluyó ayer en Quito sin un pronunciamiento común sobre la utilización por parte de EEUU de siete bases militares de Colombia, el cual, según recalcó el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, puede llevar a una guerra regional. El próximo 24 de agosto los cancilleres y ministros de Defensa se reunirán en Quito para tratar esta polémica cuestión que tanto rechazo ha suscitado en América Latina e intentar lograr una postura común.

Además, Unasur no descarta convocar una reunión presidencial extraordinaria en Buenos Aires, a la que se invitaría al presidente de Colombia, Álvaro Uribe.

Ecuador asumió la Presidencia de Unasur en un panorama de alta tensión regional por esta cuestión, que actualmente negocian Bogotá y Washington.

Aunque no figuraba en el guión de la reunión celebrada en Quito, en la que Uribe fue el gran ausente, Chávez provocó el debate sobre las bases para advertir de la posibilidad de un conflicto bélico si EEUU formaliza su presencia militar en Colombia. «Vientos de guerra comienzan a soplar», alertó Chávez, quien se quejó de que la declaración final de la cumbre no incluyera esta cuestión.

Los cancilleres de Unasur decidieron no plasmar ningún pronunciamiento al respecto ante la falta de consenso respecto a una propuesta de resolución presentada por Bolivia para que el organismo rechazara la instalación de bases extranjeras en la región.

La intervención de Chávez dio pie a que se expresaran otros presidentes tanto sobre el acuerdo militar entre EEUU y Colombia como sobre la creciente beligerancia en la región, que Cristina Fernández (Argentina) calificó de «inédita e inaceptable», antes de ofrecerse como anfitriona para tratar este tema con la presencia de Uribe.

El mandatario brasileño, Luiz Inázio Lula da Silva, dijo sentirse «incómodo» por este clima y le sugirió a su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, que ayer asumió la presidencia pro témpore de Unasur, que le pida a Barack Obama, su presencia en una próxima cita de esta organización para analizar las relaciones de EEUU con Latinoamérica.

El presidente boliviano, Evo Morales, señaló que es «obligación» de Unasur «salvar al pueblo colombiano de los militares norteamericanos».

La representante colombiana, la vicecanciller, Clemencia Forero, insistió en que en su país ni hay ni se van a instalar bases militares extranjeras y dijo que la negociación del acuerdo militar sólo establece un acceso limitado de militares de EEUU.

En este ambiente de preocupación, Correa asumió la dirección de Unasur con el propósito de profundizar en la integración regional y con el deseo de que Sudamérica se convierta en la cuarta región más desarrollada del mundo. Recibió el testigo de la mandataria chilena, Michelle Bahelet, que ha dirigido el organismo desde la firma de su acta constitutiva en mayo de 2008 y que se despidió del cargo encomendando elreto de consolidar la democracia en América Latina, porque, dijo, aún no está logrado.

El presidente constitucional hondureño, Manuel Zelaya, recibió ayer el apoyo de la cumbre con una declaración de condena del golpe en su país.

Correa: «La nuestra es la revolución de los oprimidos»

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, al asumir ayer su segundo mandato prometió profundizar la revolución ciudadana pacífica e «irreversible» que dirigirá sobre todo a mejorar las condiciones de los «oprimidos». En su discurso de toma de posesión, destacó cinco ejes de esta revolución, entre ellos el político, el económico y el de las relaciones internacionales soberanas que pretende profundizar en su nuevo mandato, que termina en 2013. «Es una lucha que la hemos empezado ya y que nadie la va a detener. La nuestra es la revolución de los oprimidos», recalcó.

Manifestó que su victoria electoral sólo ha sido «el primer paso de un proceso revolucionario» para construir una sociedad «incluyente, solidaria y equitativa», y destacó la aprobación de la nueva Carta Magna en 2008, como «piedra fundacional del cambio».

Correa resaltó la lucha contra la corrupción y una «revolución económica» que, dijo, ha dado prioridad a una «política digna y soberana» con supremacía del ser humano sobre el capital. El desarrollo, agregó, no es un balance financiero, «hay cosas con inmenso valor pero sin precio, de dignidad también viven los pueblos», sostuvo, al recalcar que su Gobierno «jamás ha permitido ni permitirá que alguna burocracia internacional» imponga sus políticas.

Añadió que respeta la soberanía y la búsqueda de la integración con el fortalecimiento de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuya presidencia asumió ayer. Y recalcó el compromiso de fortalecer relaciones bilaterales «basadas en el diálogo, cooperación y desarrollo», así como en el «respeto mutuo». GARA

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