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«Arctic sea», un buque fantasma en aguas europeas

Se busca barco perdido en el Canal de la Mancha

Por el Canal de la Mancha cruzan cada año 220.000 buques; 600 cada día. Uno de ellos, el carguero «Arctic Sea», ha desaparecido en esa zona o, al menos, ahí se perdió todo contacto con él el 28 de julio. Desde entonces nada se sabe de este «barco fantasma», que podría haber sido secuestrado.

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Joseba VIVANCO

Los conspiranoicos están de enhorabuena. A partir de ahora ya no cuentan a su favor sólo con el famoso Triángulo de las Bermudas o el asiático Triángulo del Dragón. Desde hace sólo unos días disponen de un argumento más para sus fantasías sobre desaparición de barcos en alta mar: un buque al que se perdió la pista el pasado 30 de julio nada menos que en pleno Canal de la Mancha, entre las costas británica y francesa. ¿Secuestro? ¿Autosecuestro? ¿Hundimiento?... Hasta ahora todo son hipótesis, sin rastros de certeza.

La misteriosa desaparición de los radares y controles marítimos del «Arctic Sea» tiene todos los ingredientes de una película de suspense: un buque letón; con una tripulación formada por 15 ciudadanos rusos; con bandera maltesa; perteneciente a un empresa finlandesa, país de donde zarpó; víctima de un sospechoso secuestro en aguas suecas; localizado por última vez en aguas británicas; presuntamente avistado, después, por un avión portugués ya en el Atlántico; y con destino a un puerto argelino al que nunca llegó. La orden dada el pasado miércoles por el presidente Dmitry Medvedev a la flota rusa para que dé con el buque ha sido la guinda de este guión de final imprevisto.

En 2008 hubo 293 «ataques piratas» en todo el mundo, pero era impensable que esto ocurriera en los mares europeos. Sin embargo, la empresa propietaria del mercante desaparecido así lo cree. «Si esto es piratería, y parece lo más probable, entonces es uno de los primeros casos de piratería en la historia reciente de estos mares», comentó Viktor Matveyev, director de la naviera Sol Chart.

La rocambolesca historia arranca el pasado 23 de julio, cuando el «Arctic Sea», un buque de 4.000 toneladas que transporta una carga de madera valorada en 1,8 millones de dólares, zarpó de Finlandia rumbo a Argelia. Oficialmente, su pista se pierde seis días más tarde, aunque hay noticias que apuntan a una última comunicación con la empresa propietaria el 31 de julio o 1 de agosto.

Mark Clark, de la Agencia Marítima y de Guardacostas británica, explicó esta semana que los controladores de Dover contactaron con el buque a las 5.30 del 28 de julio, cuando iba a entrar en el Canal de la Mancha desde el Mar del Norte. «Pensamos que hablábamos con un miembro de la tripulación pero, por supuesto, podría haber sido alguien a quien le apuntaban con un arma a su cabeza o, directamente, uno de los secuestradores. No había forma de saberlo», puntualizó. «La voz» del barco les confirmó que tenían previsto arribar a Bejaia el 3 de agosto. Esa hipótesis empezó a cobrar fuerza después de que esa misma agencia informara de que «no fue hasta esa tarde-noche cuando la Policía de Zeebrugee (Bélgica) nos contactó para decirnos que había una alerta de Interpol advirtiendo de que probablemente el barco había sido secuestrado por piratas».

¿Piratas? Puede ser, sobre todo si se tiene en cuenta que la tripulación reportó que el barco había sido abordado el 24 de julio en aguas suecas por hombres enmascarados que se identificaron como agentes de la policía antidrogas. Según ese mensaje, los tripulantes habían permanecido atados durante 12 horas, hasta que los enmascarados se alejaron del barco en un bote inflable, sin llevarse nada. Antes, les rompieron los teléfonos celulares y las radios. Lo más llamativo del extraño secuestro es que la tripulación no lo comunicó hasta varios días después a la Policía sueca. A partir de ahí, todos los desenlaces posibles se han disparado, como que al cruzar el Canal de la Mancha lo hiciera ya guiado por los secuestradores, que la propia tripulación estuviera compinchada, que se hubieran desecho de los marinos rusos, que hubieran hundido el buque o que esté siendo guiado hasta un puerto subsahariano para su «tuneado».

La noticia tardó el saltar a los medios de comunicación, pero una vez que lo hizo, este miércoles, los datos e hipótesis se agolpan sin ningún orden. Incluso, la agencia rusa Interfax, citando al «Boletín Marítimo Sovfrajt», difundió el jueves una nota en la que se aseguraba que el barco fantasma había atracado en «el puerto de San Sebastián». Esto hizo que muchos medios, entre ellos GARA, se pusieran en contacto con la Autoridad Portuaria de Pasaia, que negó ese extremo. Ayer, las úlitmas noticias apuntaban a que el buque habría sido localizado en mitad del Atlántico, a unos 750 kilómetros de Cabo Verde.

«Un barco atraviesa el Canal de la Mancha y desaparece», «El enigma del Arctic Sea» o «El misterio del barco perdido», son algunos de los titulares de prensa que se pueden releer en Internet. Hasta la BBC se despachaba con un alarmista «Temen llegada de piratas a Europa». Pero el halo de misterio que envuelve este caso no resta un ápice de seriedad a la preocupación con la que las autoridades europeas, especialmente las rusas, se han tomado el tema. El Gobierno de Moscú ordenó el mismo miércoles que la flota naval del Atlántico, compuesta por cuatro o cinco navíos y dos submarinos, pusiera de inmediato en marcha la búsqueda del «Arctic Sea». También el Pentágono estadounidense comunicó que «sigue de cerca el desarrollo de la situación» aunque, añadió, no ha recibido ninguna petición de ayuda. Y, ayer, el portavoz de la Comisión Europea, Martin Selmayr, precisó que «se ha establecido una acción coordinada entre los Estados miembros afectados», sin dar más detalles, si bien indicó que el carguero «supuestamente fue atacado dos veces» y que sí realizó «llamadas radiofónicas» para denunciar «estos actos». El segundo ataque habría tenido lugar en aguas portuguesas.

¿Realmente estamos ante piratas?

Hasta ahora, la preocupación por la piratería afectaba a las aguas cercanas a Somalia, Malasia e Indonesia, pero en Europa no había sucedido algo similar. Sin embargo, de certificarse esa hipótesis, no estaríamos hablamos de una piratería similar a la del océano Índico, sino de un secuestro más moderno y mucho más atrevido, pues las aguas del norte europeo están sumamente controladas. Nick Davis, ejecutivo de Anti-Piracy Maritime Security Solutions, una compañía británica de seguridad marítima, no está seguro de que se trate de piratas: «Sospecho que probablemente se trate de una disputa civil antes que de un caso de piratería».

«Cuando se trata de un acto de piratería, suele ser para pedir un rescate o robar la carga. Pero no ha habido petición de rescate y ¿para qué quieren los piratas 4.000 toneladas de madera?», señaló Davis a la BBC. «Una teoría es que la tripulación podría haber sido obligada a transportar una carga ilegal, tal vez de armas. Otra, que la tripulación se apoderó de la nave como forma de protesta. O podría convertirse en un `buque fantasma', pintado y con nuevos documentos para navegar los mares bajo una identidad falsa», agregó este experto.

Sea como fuere, y con todos los medios tecnológicos existentes, un barco se ha perdido a la vista de todos.

Los sistema de vigilancia tanto satélite como marítimo perdieron su rastro

El sistema satélite de vigilancia de barcos AISLive fue uno de los últimos en detectar y, a la vez, perder el rastro del «buque fantasma». Este sistema es utilizado por la compañía británica de seguros Lloyd's, que da servicio a navieros y operadores, y lo utilizan unos 13.000 barcos en todo el mundo. Eso sí, cabe la posibilidad de que el barco apague su GPS para pasar desapercibido, como hizo, por ejemplo, el famoso buque «Odyssey Explorer», acusado de sustraer un tesoro submarino reclamado por el Estado español en aguas próximas a Gibraltar. Esta vez, el sistema de satélites parece no haber tenido efecto, como tampoco lo ha tenido el sistema de vigilancia del propio Canal de la Mancha, por donde navegan cada día unos 600 buques de todo tipo. Resulta del todo sorprendente que en unas aguas que se suponen tan vigiladas como éstas, un barco pueda desaparecer sin apenas dejar rastro. J.V.

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