Transversalidad, intenciones y realidad
Patxi López y Antonio Basagoiti fijaron ayer las líneas generales sobre las que pivotarán los próximos presupuestos, los primeros del PSOE desde su llegada a Lakua. Los presupuestos son uno de los instrumentos centrales de la acción de gobierno y, por lo tanto, un tema de vital importancia. Más aún en un contexto de crisis como el actual. A pesar de ello, y aun tratándose de la primera reunión, lo cierto es que no se sabe muy bien qué es lo que acordaron PP y PSOE. La razón de esa falta de transparencia es que el Gobierno de Lakua dejó en manos de Antonio Basagoiti la responsabilidad de ejercer de portavoz, algo cuando menos sorprendente en un tema tan relevante como éste. En realidad el único tema en el que, al menos en el plano teórico, se supone que puede haber fricciones entre Lakua y su socio preferente.
Si transversal es lo acordado entre distintos, en términos económicos no cabe duda de que este acuerdo presupuestario es bastante transversal. O debería de serlo. Porque, a pesar de que ayer mismo Basagoiti afirmaba que el debate sobre la crisis «no es de izquierdas o derechas» sino sobre «eficacia o ineficacia», lo cierto es que tanto las perspectivas para superar la crisis como las responsabilidades en la misma deberían ser, en principio, distintas en el caso de unos y de otros. Es lógico que la derecha esquive ese debate. Lo que no es normal es que quienes se consideran de izquierda faciliten el discurso de la derecha.
Está claro que quienes en la anterior legislatura defendían la transversalidad como llave de la gobernabilidad en Hego Euskal Herria no se referían a las fórmulas que imperan en Gasteiz e Iruñea. Apostaron por la exclusión de terceros y ahora son ellos quienes la padecen. Del mismo modo, quienes apostaron por el cambio no pensaron que iban a apuntalar a uno de los partidos más ultraconservadores y neoliberales de todo Europa. A menudo se pierde esta perspectiva, pero la exclusión de la izquierda abertzale conlleva un desenfoque total de las políticas sociales. Y se cercenan así transversalidades abiertas que podrían ser transformadoras en clave de futuro, no involucionistas.