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Juanjo Basterra Periodista

¡Acabad con el fraude fiscal, caraduras!

Otra de las aristas de la crisis que han provocado los especuladores con su extrema avaricia, apoyados en el sistema neoliberal, es que resulta que los ingresos tributarios han comenzado a flaquear. Lógico. Hay muchísimos más parados, por lo que las retenciones fiscales han caído. Para los más poderosos, quienes tienen salarios por encima de los 300.000 euros al año, hay financiación sin límites. Pero a lo más que pueden aspirar los más necesitados es a una cantidad mísera, que no llega ni a los 624 euros al mes del salario mínimo interprofesional, que, por cierto, ni se acerca al umbral de la pobreza, que en Euskal Herria se sitúa en 1.080 euros al mes.

Para salir de este agujero, unos piensan en subir los impuestos y otros, en endeudarse. Hagan lo que hagan, está claro: terminaremos pagando nosotros sus platos rotos. Esas dos medidas, que parecen esenciales, tendrán que adoptarse por necesidad, porque han abandonado otras que durante los últimos quince años de crecimiento económico han desechado para permitir que la élite económica se forrase a nuestra cuenta.

Creo que los ciudadanos debemos decir a estos caraduras de dirigentes que tenemos que ya basta. ¿Cómo puede ser que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la recaudación tributaria vaya a caer un 23%, y se les perdone a los de la élite enormes cantidades de dinero? ¿O que las rentas más altas, esas que superan los 90.000 euros al año, tributen a un tipo nominal medio del 24,8%? ¿Cómo puede ser que el sistema fiscal se asiente sobre las rentas salariales y quien más tiene pague menos? Así ocurre que un trabajador declara unos ingresos superiores en 8.150 euros a los de un empresario con una actividad económica. ¡Dónde se ha visto eso! Me pregunto qué hacen esos que ahora nos lloran que tendrán un 23% menos de ingresos. ¿Por qué permiten este fraude fiscal tan elevado sin mover un solo dedo?

Mientras cuatro de cada diez contribuyentes tienen que vivir con ingresos inferiores al umbral de la pobreza, otros, dirigentes de las administraciones públicas incluidos, se dan opulentas comilonas a nuestra cuenta, sea en fiestas o en cualquier acto, para vendernos lo que hacen con nuestro dinero.

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