Hay quien adjudica la responsabilidad a las dudas generadas por el juego del equipo; quien recuerda algunas declaraciones no demasiado afortunadas; también quien lo achaca a la prensa. El resultado no admite tanta discusión; el ambiente en torno al equipo está rarito.

Consecuencias derivadas fueron la suerte de plebiscito en que se convirtió ayer el arranque liguero o, peor aún, el runrun casi constante que se escuchó en la grada de San Mamés durante muchas fases del encuentro. A algunos jugadores les bastó con fallar un pase para despertar el murmullo; otros ni siquiera tuvieron que llegar a tanto.

Un detalle. Toquero, ya fundido, lo escuchó por no alcanzar un balón. Un par de minutos después anotaba el gol para marcharse entre ovaciones.

Así que, por una vez, es probable que lo mejor del triunfo ante el Espanyol no sean los tres puntos, sino la inyección de tranquilidad. Que se note la próxima vez que el equipo salte al césped de la Catedral.