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LA REAL SOCIEDAD CUMPLE MAÑANA CIEN AÑOS

Tres emblemas que abarcan toda la hisgtoria de Atotxa

Joseba ITURRIA | DONOSTIA

En la charla entre Eizagirre, Martínez y Gorriz fluyen vivencias y anécdotas. Son la historia viva de la Real, de Atotxa. En su inauguración en 1913 jugó el padre del primero y Gorriz se despidió en el último partido del viejo campo en 1993: «Toshack me dijo si quería despedirme en Atotxa o en Anoeta y elegí hacerlo donde había vivido todo. Anoeta no me decía nada».

¿Cómo recuerdan sus distintas épocas en la Real Sociedad?

EIZAGIRRE: Mi padre Agustín fue portero de la Real durante catorce años con ficha amateur (1912-25) y suplente de Zamora en los Juegos de Amberes en 1920. Yo nací ese año y fui al campo con él en su despedida en 1927. No hablaba de fútbol conmigo. Sólo me decía «juega y no te lesiones». Casi ni me vio jugar. Sí influyó para mi vuelta a la Real. En 1950 acababa contrato en Valencia, ese año fui al Mundial de Brasil, y mi padre se vio agobiado y me dijo que me necesitaba, que viniera para su negocio. Influyó que era amigo del presidente de la Real, Felipe Artetxe. Como entonces las invitaciones de los padres eran mandatos, vine. Cuando en Valencia dijeron que volvía no podían creérselo. Había ganado tres Ligas y una Copa... Al explicar que era cuestión familiar, el presidente del Valencia me regaló este reloj de oro de despedida y me dejó venir.

Fui al Valencia tras un problema en la Real al declararme en rebeldía hasta que me traspasaron en 1940 a cambio de 90.000 pesetas. Hacía contratos por tres temporadas y siempre pedía una cláusula en la que se reflejara claro que al final quedaba libre.

MARTÍNEZ: No necesitabas representantes, tampoco en mi época, a mí me ayudaba mi tío...

GORRIZ: Yo tampoco he tenido representante, pero entonces 90.000 pesetas sería un dineral...

EIZAGIRRE: Había empezado a jugar en la Real durante la Guerra Civil con 16 años. Jugaba en el Lagun Artea de Amara, cuyo presidente me decía que no aceptara la llamada de la Real, que en su equipo iba a jugar y en la Real iba a ser suplente. En la Guerra me tocaron todos los líos y pasé dificultades. Sólo había partidos regionales y pudimos jugar en Segunda y no en Tercera porque el Oviedo perdió el campo con los bombardeos y había que suplir la vacante. Había equipos destacados, pero acabamos segundos. Al año siguiente me fui a Valencia, donde estuve once años. Tampoco noté muchos cambios entre la Real que dejé y la que encontré. Todo era normal, pero por primera vez tenía estabilidad en Primera. La Real me hizo un contrato de cinco años, luego me retuvo otro. Tenía ya 36 años, había bajado mi juego y al final del sexto pusieron a Bagur en mi lugar...

MARTÍNEZ: Aquellos años el entrenador era Benito Díaz, que hacía de todo. Entrenaba, se encargaba de los viajes, del autobús, los hoteles, veía los partidos de los chavales, hacía los fichajes... Era pequeño, pero currante. Hay que hacerle un reconocimiento...

EIZAGIRRE: Me hicieron un homenaje con un partido que jugué y me vino el presidente de Osasuna para decirme que cómo iba a dejarlo con el nivel que tenía, que fuera con ellos. Fui para un año y estuve cuatro... viviendo en casa de mi suegra. Mi mujer vivía allí, nos casamos en Pamplona, donde más se ha reconocido mi trabajo y, tras acabar como jugador, comencé como entrenador. Mi mujer además era mi secretaria. Hacía láminas con los jugadores de cada equipo y sus características... Antes de cada partido me decía por donde tiraba los penaltis cada rival y eso ayudaba. Ahora los jugadores tienen más técnica y te cambian de lado...

MARTÍNEZ: No llegué a verte jugar, pero recuerdo que aquellos años la Real al final estaba al borde y sufría porque en mi casa casi todos eran del Athletic, me machacaban. Estaba en el Sanse cuando nos tocó el famoso traspaso de Arakistain al Madrid y a cambio nos trajeron cuatro cedidos de excursión. Con los de casa la Real estaba ahí sufriendo, pero vinieron los señoritos y el equipo se fue a Segunda en 1962 y con un pufo económico enorme, que hace que la Real tuviera que echar mano de los que estábamos en el Sanse. No tenía mas remedio y tuvimos la suerte de que la gente tuvo paciencia, estuvimos cinco años en Segunda y subimos en el 67. El inicio fue duro, el primer año promocionamos para no bajar, pero a partir de ahí fuimos para arriba y nos llegamos a clasificar para la Copa de la UEFA porque empezaron a llegar jugadores de gran calidad...

GORRIZ: Me pasó algo parecido porque era de Irun y allí mucha gente era del Athletic, que estaba en Primera. En mi época de niño la Real estaba en Segunda con el añadido del pique que había en Irun con Donostia y con la Real...

MARTÍNEZ: El año del ascenso comenzamos mal, perdimos en las dos primeras salidas y empezamos la segunda vuelta a doce puntos del Sporting. Es como si ahora te llevan 18, pero tuvimos una gran reacción, ganamos todos los partidos menos uno y llegamos al último de Puertollano, como vosotros al de Gijón. Las piernas no corrían, estaban quietas, te lo jugabas todo a un partido, íbamos perdiendo 2-0 y vimos que había que sacarlo como fuera y tuvimos la suerte de empatar, subir y vivir la etapa de la transición entre nuestro equipo y el campeón. Teníamos una experiencia de estar cinco años en Segunda y cuando subimos dijimos que de Primera no nos baja ni Dios y eso lo inculcamos a los que venían. Este partido hay que ganarlo como sea, porque sabemos lo que es bajar. Con ese espíritu y la calidad de las generaciones siguientes fuimos para arriba.

GORRIZ: Tengo ese recuerdo de vuestra generación, sobre todo en Atotxa. Ese espíritu de aferrarse, lo dejasteis bien claro... Me subió Ormaetxea y desde el principio me trasmitieron que fuera fuerte atrás. Se hace un bloque con este ambiente y ese espíritu. Debuté con Kortabarria y aprendí un montón, lo que él aprendió de vosotros. Había calidad, pero mucha garra y trabajo, el equipo estaba marcado y predestinado a conseguir algo.

MARTÍNEZ: Cada equipo hace el estilo de fútbol que puede, si eres fuerte a base de fuerza y, si tienes calidad con calidad. Debes luchar con tus armas y, si complementas las dos cosas, perfecto. Así fue vuestro equipo. Porque además también los campos mejoran y tienes que jugar más a fútbol.

EIZAGIRRE: Yo jugué 23 años de profesional con 90 kilos y los campos de ahora no tienen nada que ver con los nuestros. Antes del partido tenía que ir yo mismo con una regadera y un rastrillo para mojar los áreas y mover la tierra para que al tirarme al suelo estuviera más suave.

MARTÍNEZ: En Atotxa había un zampacaminos que aplastaba la hierba y todo el drenaje estaba machacado. Con dos gotas que caían se hacía barro y eso nos beneficiaba. Pero los que venían detrás eran diferentes, lo noté en mi puesto con Kortabarria. Intentaba enseñarle que había que rascar, pero él, Ufarte, Zamora, Arkonada... tenían calidad y te marcan. Veías que en cuanto se adaptaran... En 1979 quedasteis cuartos y el año siguiente, el de la imbatibilidad y el subcampeonato, nos sirvió a todos para ver que era posible ganar algo...

GORRIZ: Yo había subido el año anterior a falta de ocho o nueve partidos. Jugaban de titulares Kortabarria y Gajate, pero ese año ya tuve muchas oportunidades y recuerdo que en el banquillo en el minuto 10 nos mirábamos y decíamos que este partido no lo perdemos. Veía al equipo colocado, dominador... Pero ese año, tras perder de 34 partidos sólo uno, todos nos dimos cuenta de que aquel equipo podía ganar el título que logramos en Gijón. De todas las vivencias de la Real, es mi mejor recuerdo porque era el partido, similar al vuestro de Puertollano. Sabes que todo te lo juegas en un día y el Sporting tenía un equipo muy bueno. Nos pusimos 0-1, nos metieron dos goles en momentos críticos, y luego fue una suma de fe, lucha... y de suerte. Dios es justo y tenía que entrar y tuvimos el premio merecido desde el año anterior. Hubiera sido imposible escribir un guión con más emoción. Marcar aquel gol a medio minuto del final... Se juntó todo, también el derecho de retención que permitió a la Real mantener a una serie de jugadores que marcaban la diferencia.

MARTÍNEZ: Porque después de lo que nos mojamos aquel día no nos podíamos ir sin conseguirlo. Fue lo mejor para un club en el que hay destacar a mucha gente fiel que ha trabajado en la sombra como Amadeo, Santi Cuartango, los que cuidaban Atotxa, la Nuncia que nos lavaba la ropa a mano con un cepillo, Miguel Mari Etxebarren..., o Juan Mari Anza, el masajista. A Alberto lo conocí a través de él. Estabas enfermo cuando jugabas en el Sanse y le llevaba yo, que estaba en el primer equipo, en mi 600 a Irun todos días para que te pusiera la inyección. Todos éramos una familia, unos amigos... Si había un problema en el equipo te echaban una mano. Y es que convivíamos más tiempo entre nosotros que con las mujeres. En los viajes salías un viernes a la mañana y volvíamos el lunes a la noche. Recuerdo que cuando íbamos a jugar a Galicia mi mujer nos preparaba una cazuela de antxoas, otros se encargaban de las tortillas, comíamos en el camino y Juan Mari Anza iba con su escopeta y si veía una pieza...

GORRIZ: Recuerdo que nos dijeron que el ave rapaz que había en el vestuario lo había cazado él en un viaje y no me lo creía, pero era verdad. «No hay buen equipo en el mundo sin garra», se trasmitía. Allí estuvo en el vestuario como símbolo hasta que se pudrió. Estaba disecado en una urna de cristal y algunos tiraban el balón para picarle y Juan Mari se ponía... Me acuerdo que nos trataba como si fuera un padre. Lo que has contado de la inyección, se iba a Irun por mí y no era nadie, acababa de llegar al Sanse...

MARTÍNEZ: Los martes nos íbamos a tomar el txakoli a su sociedad... Era más familiar, distinto, ahora no se podría hacer eso. Vosotros habéis tenido la suerte de vivir las dos cosas, lo nuestro y el inicio de lo otro y lo aprecias. Son 14 años en la Real, pasa muchísima gente y es una universidad.

¿Cómo ven el futuro del club?

EIZAGIRRE: Con cierta preocupación. Hay que mejorar mucho con respecto a lo que hemos visto últimamente, les he visto muy suaves, no lo guerrilleros que me hubiera gustado. El club tiene muchas dificultades. Las económicas, que traen consigo que la parte deportiva sufra su potencial. Hay que recuperar el tiempo pasado y los dirigentes deben tener suerte en sus fichajes.

MARTÍNEZ: Veo un equipo en transición y, como he vivido eso, lo que hay que tener es paciencia, creer en la gente que ves que tiene posibilidades y darle continuidad. La afición no debe ponerse nerviosa y los técnicos deben apostar y tener confianza en la gente de casa. No puedes basarte en la de fuera. No es fácil porque destaca uno y te lo llevan porque económicamente no puedes competir, pero hay que tener paciencia y animarles. Luego el equipo tiene que ser un poco más aguerrido. Con eso se nace, pero se puede entrenar y mejorar. Hay que echarle más...

GORRIZ: Era de los que no imaginaba que la Real iba a bajar, he vivido una época dorada y me ha costado hacerme a la idea de dónde estamos, en Segunda con problemas económicos... Pero el futuro lo veo con ilusión, hay más estabilidad en el equipo y hay jugadores con calidad que me están gustando, son jóvenes sin experiencia de Primera, pero son los que tenemos y los que nos deben llevar hasta arriba. Hay que tener paciencia, animarlos y tener estabilidad y unión, que es fundamental para que todo lo demás salga bien. Pero sí me gustaría que el equipo tuviera más agresividad, que cuando venga un equipo a Anoeta sienta que va a ser difícil jugar aquí.

En la web

El vídeo de la mesa redonda mantenida por GARA con estos tres históriocos jugadores de la Real Sociedad podrá verse a partir de mañana lunes en la web:

www.gara.net

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