La ola de violencia que ha vivido un recrudecimiento este verano en Irak se cobró ayer nuevas víctimas. Al menos nueve personas murieron y 18 resultaron heridas por el ataque de un kamikaze que lanzó su automóvil contra un puesto de control de la Policía en Ramadi, al oeste de Bagdad. Cinco de los fallecidos en el atentado son civiles -tres niños y dos mujeres- y el resto policías, según el último balance de las fuerzas de seguridad.

Según la Policía, el suicida empotró un coche cargado de explosivos contra el concurrido puesto en plena hora punta.

Ramadi es la capital de Anbar, la tercera provincia del país en superficie y parte del llamado triángulo suní. En el pasado, Anbar llegó a ser el epicentro de la insurgencia suní, pero ahora vive en una situación de relativa calma desde que los jeques tribales se aliaron a finales de 2006 con las tropas estadounidenses para expulsar a los combatientes de Al-Qaeda.

La capital de Anbar está en la vía que une Bagdad no sólo con Jordania, sino también con Siria, país de donde la Policía iraquí asegura que llegan muchos de los «terroristas» que actúan en el país árabe. El 90%, según el primer ministro, Nuri al-Maliki.

Aumento de tropas

Desde el pasado 19 de agosto, día en el que una cadena de atentados provocó 95 muertos y más de 600 heridos y causó una crisis diplomática entre Bagdad y Damasco, lo que motivado que los controles en las vías de acceso a los países vecinos hayan aumentado considerablemente.

Fuentes de la seguridad iraquíes confirmaron a Efe que el atentado de ayer coincide con el aumento de tropas y Policía en zonas como Anbar y el incremento de la vigilancia en las zonas fronterizas con Siria.

En otros puntos del país tuvieron lugar también ataques con bomba que mataron a otras doce personas. En el barrio chií de Sadr City, en el norte de Bagdad, un coche bomba mató a un civil e hirió a tres personas, entre ellas dos soldados. En otro barrio bagdadí del sur, Al-Qahira, otro coche bomba acabó con la vida de otra persona.

En Kirkuk, dos hermanos de 14 y nueve años murieron al explotar un artefacto con el que jugaban. Cerca de Mosul, en Talkif, un oficial de policía y su hijo fallecieron al estallar un artefacto colocado en su vehículo. En Baquba, una persona murió al explotar la carga que llevaba en su motocicleta y un insurgente perdió la vida al estallar la bomba que ponía en una carretera de Al-Miqdadia, cerca de Baquba.

Además, cuatro personas murieron por la explosión de una bomba en un minibús la ciudad santa chií de Kerbala.