Aunque aún está lejos de ser aquel pívot determinante que se comió el solito a la batería interior de Estados Unidos compuesta por Dwight Howard y Elton Brand en el Mundial de 2006, en un Europeo plagado de ausencias resulta reconfortante encontrarse con casos como el de Sofoklis Schortsanitis, que vuelve a resultar útil para un equipo del nivel de la selección griega.

Tras más de tres años en el que parecía otro típico caso en el que la indisciplina estaba camino de arruinar unas condiciones privilegiadas para triunfar, sus 11 puntos en los 14 minutos disputados ayer en la cómoda victoria de la selección helena ante Macedonia son la mejor prueba de la recuperación de un pívot que puede ser dominador en el continente.

Todavía es pronto para cantar victoria, sobre todo tras los precedentes del conocido como Baby Shaq, pero volver a ver detalles de esa rapidez de movimientos y esa sincronización impropia de un pívot de más de 150 kilos son una buena señal sobre la recuperación de uno de los mejores talentos continentales de los últimos años.

Tras no poder con Marc Gasol y Felipe Reyes en la final del Mundial de Japón, todos los halagos en el país oriental dieron paso a una trayectoria en la que su indisciplina -se quedó fuera de la selección del pasado Eurobasket por no acudir a unas pruebas médicas-, y su sobrepeso -se dice que llegó a pesar 200 kilos y se pasó gran parte de la pasada temporada en una clínica suiza de adelgazamiento-, hicieron que muchos lo dieran por perdido.

Pero visiblemente más delgado y en mucha mejor forma, Schortsanitis ha vuelto y puede ser una de las sensaciones del campeonato, en un juego interior heleno conformado junto a su compañero en Olympiacos Bouroussis y el rejuvenecido Fotsis. Estos tres pilares, junto con la aportación del joven Koufos y Printezis, hacen que la ausencia de otra promesa rota como Papadopoulos no se note.

Eterna promesa

Schorchanitis siempre ha sido considerado como la eterna promesa del baloncesto heleno. Formado en la cantera del Iraklis, club donde debutó con 15 años, siendo el más joven en debutar en la liga helena, y ya con 18 fue seleccionado en segunda ronda por Los Angeles Clippers.

Sin embargo, ya fuera por la presión que se creó sobre él, su falta de mentalidad o la poca empatía que tuvo con sus entrenadores, al pívot de ascendencia africana por parte de madre le costó horrores acoplarse al profesionalismo y sus pasos por el Cantú italiano y el Aris de Salónica resultaron un fiasco.

En estas apareció Olympiacos y, con los de El Pireo, se convirtió en el jugador revelación de la temporada. Tanto en la liga helena como en la Euroliga. Giannakis apostó por él para el Mundial y en el Mundobasket fue de nuevo el jugador revelación de su selección. Y eso que había mucho talento bajo los aros con nombres como Papadopoulos, Dikoudis o Fotsis.

Lamentablemente, la derrota en la final supuso otro punto de inflexión en su carrera, esta vez negativo, y entró en el bache del que parece volver a levantarse. Carácteres tan fuertes y respetados como el histriónico israelí Pini Gershon o el propio Giannakis han tratado en sus etapas al frente de Olympiacos de reconducir su carrera sin éxito, pero parece que la selección puede hacernos el favor de recuperar a Schortsanitis.