Desde los tiempos de Franco
Una batalla campal semejante no había ocurrido nunca en las fiestas de Lekeitio desde tiempos de Franco». Con esta frase, el Ayuntamiento de Lekeitio se refería ayer a los incidentes registrados esa misma noche en la localidad vizcaina y que se habían cerrado con varios heridos, uno de ellos de 84 años, y el arresto de ocho personas como consecuencia de los enfrentamientos con los agentes de la Ertzaintza. A renglón seguido, los mandatarios municipales no dudaban en responsabilizar de lo ocurrido a «los violentos», que se convertían más tarde en «los fanáticos» al ser calificados por el consejero de Interior, Rodolfo Ares.
Aunque se adivina en el comunicado del Ayuntamiento de Lekeitio una tan forzada como interesada intención de equidistancia, hay algo en lo que no se equivoca: Euskal Herria está viviendo en los últimos meses episodios de su historia que sólo encuentran parangón en los peores tiempos de la dictadura del generalísimo Franco. La represión es hoy noticia de cada día, dejando al desnudo la desbocada carrera hacia el recorte de las libertades individuales y colectivas, de la virtual desaparición los derechos políticos y sociales de una amplia parte de la sociedad vasca.
Ayer mismo, a las detenciones en Lekeitio se sumaba la noticia de la prohibición dictada por el juez Garzón contra la manifestación convocada para el domingo, día grande de las regatas de la Concha, en defensa de los derechos de los presos. Además, el mismo juez hacía público el procesamiento de trece personas relacionadas con las candidaturas electorales Demokrazia Hiru Milioi (D3M) y Askatasuna bajo las acusaciones de «integración» y «colaboración» con ETA. También en Madrid, declaraban y eran puestos en libertad tres miembros de Gaztesarea, a la vez que se constataba la condena a cadena perpetua del prisionero vasco Jokin Urain y se decidía mantener en prisión a los mahaikides Joseba Alvarez, Joseba Permach y Juan Cruz Aldasoro. Todo en el mismo día. La estrategia de represión se ha marcado metas tan elevadas que faltan días en el calendario para dosificar sus efectos mediáticos.