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Azkuna oculta que baraja desviar el canal de Ordunte bajo Zabalgarbi

Diez años después de que los opositores lo reclamaran en sus alegaciones a la construcción de la planta de Zabalgarbi en Arraitz, el Consistorio bilbaino ha encargado un estudio para analizar la viabilidad de desviar el canal de Ordunte -que abastece al 65% de la población de la capital- de debajo de la incineradora. Para no reconocerlo, hablan de un plan de reforma.

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Agustín GOIKOETXEA |

Desde que en diciembre de 1997 se presentó en el Ayuntamiento de Bilbo el Plan Especial para construir la planta de Zabalgarbi en la antigua Mina Primitiva, en Arraitz, los opositores a la incineradora han advertido del impacto negativo que podría tener sobre una de las fuentes de abastecimiento de agua al Botxo: el canal de Ordunte. Todas sus alegaciones ante el Consistorio y la Diputación vizcaina fueron desestimadas, tachándoles de «alarmistas».

Tras saltar en los últimos meses al debate público y político la alerta sobre la contaminación de los terrenos donde se asienta la incineradora, no han sido pocos los agentes que han recordado la advertencia realizada una década atrás por los ecologistas y la izquierda abertzale, y repetida periódicamente en diversos foros. El contrapunto, de nuevo, lo puso desde la institución que preside Iñaki Azkuna el concejal delegado de Salud y Consumo, el jeltzale Sabin Anuzita, asegurando en julio pasado que el agua que se consume en el 65% de los domicilios de Bilbo, que procede del embalse burgalés de Ordunte, no tiene «ningún tipo de anomalía».

Esta afirmación no suena muy convincente cuando ahora se ha conocido que el Área de Obras y Servicios que dirige uno de los hombres de confianza del alcalde, José Luis Sabas, ha encargado a técnicos que elaboren un proyecto para desviar el trazado del canal bajo Zabalgarbi, barajando diferentes alternativas. El escenario de partida no es fácil, pues la construcción de la Supersur lo complica.

Aunque los responsables municipales insisten una y otra vez en que esta decisión no tiene relación con la alarma que han suscitado los crecientes niveles de contaminación detectados en los espacios donde se depositan las basuras antes de ser quemadas, sus explicaciones no convencen. Desde el Consistorio se argumenta que el trabajo se enmarca en los planes para renovar una conducción con muchos años y que contempla alejar la tubería de Zabalgarbi.

La incineradora comenzó su actividad en 2004, pero tres años atrás la izquierda abertzale presentó ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) una demanda para que se declarase nula la licencia de actividad otorgada por el Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Bilbo. Los magistrados la desestimaron. En su escrito, los ediles independentistas incidieron en que el Plan Especial para la construcción del horno no reflejaba el impacto real que la misma iba a tener en el suelo del lugar y alrededores, ni tampoco sobre la conducción de agua potable a la capital.

De planes para mejorar las redes de abastecimiento sabe mucho el Ayuntamiento, que lleva años presentando proyectos, alguno de los cuales se repiten, aunque finalmente no terminan de ejecutarse y nadie dice nada. Sí es verdad que, a raíz de la contaminación del depósito de Elejabarri en 2003, se ha impulsado la renovación de la red secundaria, que era muy vieja.

Precisamente cuatro años después de la histeria que se originó por la contaminación bacteriológica de las aguas del canal, GARA publicó un amplio reportaje en el que se denunciaba que la red de abastecimiento seguía siendo vulnerable.

A raíz del mismo, se balizó el canal y se repusieron varios tramos de tubería de 900 milímetros de diámetro en el sifón de Errekalde por haber una fuga de grandes dimensiones en uno de ellos. Las informaciones publicadas en estas páginas fueron también la causa de que se limpiara el canal del Cerneja, uno de los principales acuíferos del embalse de Ordunte, que recoge las aguas del río del mismo nombre y del Ventorrillo en las faldas de Los Tornos, en Burgos. Además, se instaló un caudalímetro, después de que llevase décadas sin funcionar.

Ahora, cuando todavía no ha terminado de resolverse la problemática derivada de la contaminación en Zabalgarbi, el Consistorio bilbaino activa alguno de los planes que durante años han estado olvidados en el cajón de algún despacho.

Cloro por partida doble en el agua que llega a los grifos

A raíz de la contaminación detectada en 2003 en el canal de Ordunte, que se localizó a la altura de La Cuadra, en Gueñes, el Ayuntamiento de Bilbo extremó las medidas de control en los depósitos, instalando en muchos de ellos cloradores para aumentar la cantidad de desinfectante. Así, a pesar de que se hace en la planta potabilizadora de Sollano, en Zalla, se vuelve a clorar aunque dentro de los límites legales.

A consecuencia de las protestas de los vecinos afectados por el fuerte olor y sabor del agua, el Área de Obras y Servicios ha instalado «carísimos» controladores vía radiofrecuencia -por teléfono móvil- para vigilar los 18 aljibes que existen. A.G.

Por el subsuelo

No son pocos quienes ponen en cuestión que sea el Ayuntamiento de Bilbo quien deba sufragar el desvío de la conducción de agua, toda vez que la tubería, que discurre por el subsuelo, estaba antes que la incineradora.

Continúan las obras de conexión entre Larraskitu y Zabalbide

Los trabajos para posibilitar la conexión de los depósitos de Larraskitu, surtidos por Ordunte, y Zabalbide, que recibe agua de la red del Consorcio, continúan en las cercanías del polideportivo de Txurdinaga. Esta actuación es una vieja reivindicación de la izquierda abertzale asumida ahora por el Consistorio.

Con esta obra, se podría aumentar la capacidad de trasvase de Ordunte a más del 65% de lo que consume la población de Bilbo. A esta infraestructura había que sumar el subfluvial de Kastrexana a Elorrieta, que ya existió, lo que permitiría disponer de agua proveniente casi al 100% de recursos municipales.

En 1934, al inaugurarse, el sistema Ordunte-Cerneja se diseñó para abastecer a 500.000 personas con 250 litros por habitante y día, cuando la capital ronda los 400.000.

A.G.

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