Raimundo Fitero
Belén
Se montó el belén. Uno ve una conexión en el canal 24 horas de TVE con un alto directivo del grupo periodístico Clarín y no acaba de entender absolutamente nada. Parece ser que a la sede de este grupo mediático se desplazaron cerca de doscientos funcionarios de Hacienda para realizar una investigación. Esto es tomado por el grupo como una amenaza, como una intimidación debido a su línea editorial contraria al actual matrimonio que gobierna los destinos de Argentina. Y así lo parece, obviamente, pero aparece Cristina y con su acostumbro cajo televisivo asegura que ella, como presidenta no sabe nada de ese comando, y que sospecha que son un grupo contratado por el propio periódico para crear confusión Y la confusión y el belén se crea y se recrea.
Los tertulianos en el plató comentan esta noticia y se rasgan las vestiduras por lo mal que esta el periodismo, por las amenazas a la libertad de expresión y claro, como son buenos católicos son capaces de ver la brizna en ojo ajeno y no la viga en el propio y sueltan su retahíla de acusaciones contra Venezuela, Ecuador y todos aquellos lugares donde el ejecutivo ha plantado cara a la oligarquía económica y el monopolio informativo. Eso es atacar la libertad de expresión, pero cerrar periódicos y radios, si lo hacen aquí, es un ejemplo de democracia. Cinismo del más barato.
Pero paralelamente se ha montado otro belén, esta vez con Belén Esteban, ¡la Esteban!, a la que el defensor del menor de Madrid la quiere empurar porque dice que usa la imagen de su hija para mantenerse en la nomina de los programas televisivos. Y de repente, esa actitud, esa denuncia, se vuelve contra el propio denunciante ya que una asociación de personas con alguna deficiencia física, se muestra muy contrariada por la actitud el supuesto defensor y protege a Belén Esteban porque es diabética, es decir que tiene una enfermedad crónica discapacitante. Y uno que asiste sobresaltado a estos cruces de acusaciones, no acaba de entender ni que la hija de Jesulín salga demasiado, de hecho se la nombra pero no sale, ni que se defienda a alguien simplemente por ser diabética. Estudiaremos el caso.