VUELTA 17ª etapa
Peor que la monotonía
Ezequiel Mosquera sufrió un fuerte golpe en la cabeza, aunque un TAC descartó daños cerebrales.
A.U.L. | BILBO
Que una etapa se convierta en sinónimo de siesta no es buena noticia. Pero que sean las caídas las que acaban con la monotonía lo es aún peor. Ese fue el caso de la 17ª etapa de la Vuelta, 193 kilómetros entre Ciudad Real y Talavera de la Reina, que tuvieron en Anthny Roux y Ezequiel Mosquera la cara y la cruz de la jornada.
El gallego, uno de los grandes animadores de la prueba, es también uno de los que la va a acabar con más cicatrices en el cuerpo. Y con un susto considerable. Fue uno de los peores parados de la gran montonera -también se vio implicado Robert Gesink, que sufrió dos heridas considerables en la rodilla- que se produjo a sesenta kilómetros de meta.
El del Xacobeo se golpeó la cabeza, rompió el casco, estuvo desorientado durante algunos instantes y ni siquiera recuerda lo sucedido. Aún así, y pese al peligro de que pudiera sufrir alguna lesión de gravedad, volvió a montarse en la bicicleta.
«Lo primero que recuerdo -explicó tras cruzar la línea de meta- es ver a los compañeros empujándome, que me sentía medio mareado y que tenía la vista borrosa. Ahora me duele todo, sobre todo la cabeza. El casco me ha salvado la vida», añadió el corredor que, afortunadamente, no sufre daños cerebrales, según reveló el TAC al que se sometió en un centro hospitalario.
Habrá que esperar a ver cómo se encuentra en hoy, teniendo en cuenta que, además del golpe en la cabeza, el corredor terminó también con la rodilla y el codo izquierdos lastimados.
Los que acabaron con la monotonía de forma voluntaria fueron cinco valientes: Markel Irizar, Cata Martínez, Anthony Roux, Martijn Maaskant y Lieuwe Westra. Saltaron nada mas ponerse en marcha la etapa y, pese al viento en contra en el último tramo y el trabajo de un pelotón que en ningún momento permitió ventajas excesivas, acabaron haciendo buena la aventura.
Al menos uno, Anthony Roux que, a los 22 años, estrenaba su palmarés profesional. Por los pelos, porque el de La Française des Jeux apenas aventajó en una bicicleta a los galgos del pelotón que se le echaron encima en la recta final. Hasta esperó a cruzar la línea para atreverse a levantar los brazos.
Turno de los líderes
La salsa les corresponde hoy a otros, con cada vez menos oportunidades por delante. La 18ª etapa, con climatología adversa según las previsiones, llegará a Ávila después de 165 kilómetros, que incluyen las ascensiones a Mijares (1ª), El Mediano (2ª) -un puerto corto pero de considerable desnivel- y El Boquerón (3ª), a sólo 17 kilómetros de meta, a lo que hay que añadir la espectacular llegada a Ávila.