Elecciones en Alemania
Los partidos alemanes, abiertos a cualquier coalición
A una semana de las elecciones y con programas poco novedosos, los sondeos dan la victoria a la CDU de la canciller Angela Merkel con un 35% de los votos. Los liberales del FDP obtendrían un 14%. Hoy, celebrarán un congreso en el que se espera que anuncien oficialmente si su único futuro aliado de coalición será la CDU.
Ingo NIEBEL
Los partidos alemanes han entrado en la recta final de la campaña electoral que culminará el próximo domingo, día 27. Los comicios generales decidirán la composición del nuevo Parlamento que votará al jefe de Gobierno. A finales de esta semana, los sondeos daban a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel el 35% de los votos. Su rival y aún vicecanciller Frank Walter Steinmeier, del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), ha subido tres puntos, quedándose en el 26% de los votos. Los liberales (FDP), el socialista Die Linke y los Verdes se mueven entre 14, 11 y 10 puntos, respectivamente.
No ha habido programas electorales extraordinarios por parte de ningún partido. Tanto las propuestas como la propia evolución de la campaña parecen estar diseñadas para seguir gobernando en coalición. Si fuera por Merkel, el 27-S obtendrá una mayoría cómoda para pactar una alianza con los liberales del FDP. Steinmeier, en cambio, repetiría el bipartito de 1998 con los Verdes. Esto último parece muy poco probable, mientras que lo primero corre el peligro de que la CDU y el FDP no alcancen la mayoría absoluta. En tal caso, el SPD ya tiene un plan B: seguir gobernando con Merkel como hasta ahora.
Además, los problemas -la crisis y el desempleo- que se avecinan han empujado a los estrategas de cada partido a repartir el peso de los mismos en los hombros de la competencia política. Aunque en Alemania no se nota tanto el impacto de la crisis económica como en otros países, sí es un tema que indirectamente inquieta a los ciudadanos. El malestar por las ayudas multimillonarias a los bancos es generalizado, como también lo es el rechazo a las primas que se ha llevado más de un directivo.
Por eso, cada partido ha incluido en su programa algún punto que responde a la ira del ciudadano de base. La CDU, por ejemplo, ha prometido un mayor control estatal de los mercados financieros, mientras que el SPD quiere inventar la figura del nuevo «empresario responsable», cambiando los estudios universitarios de los futuros mánagers. Sólo Die Linke (La Izquierda) opta por nacionalizar todos los bancos.
El origen de este malestar está en que es el contribuyente el que está pagando los errores de los banqueros. Por ello, los cinco partidos han prometido que no subirán los impuestos para la mayoría social, sino que, por el contrario, los bajarán. La CDU afirma en este sentido que reducirá el impuesto sobre los ingresos de los contribuyentes del 14 al 12%. La cuota máxima del 42% debería ser aplicada a los ingresos anuales superiores a los 60.000 euros. El SPD, mientras, quiere reducir la cuota inicial al 10% y aumentar a 3.870 euros la suma que cada familia tiene libre por cada uno de sus hijos. Los liberales proponen reformar todo el sistema fiscal alemán, por ser muy complicado, fijando sólo tres categorías fiscales. La última beneficiaría a los ingresos superiores a los 50.000 euros porque se les impondría sólo un impuesto del 35%. Die Linke, por su parte, quiere fijar esta cantidad en 65.000 euros y aplicarles un impuesto del 53%. Además, aboga por imponer impuestos adicionales a grandes herencias, patrimonios superiores a un millón de euros y a los beneficios de grandes empresas. Al igual que el SPD, es partidario de establecer un impuesto sobre las ganancias obtenidas gracias a las transacciones en la Bolsa.
Si los socialistas llegasen al poder crearían dos millones de puestos de trabajos, la mitad en el servicio público, gracias a un programa anual de 100.000 millones de euros. Esta suma sería invertida en educación, protección del clima, tráfico y sanidad.
El FDP eliminaría el impuesto industrial y acabaría con los convenios colectivos. Además, derogaría la protección contra el despido en las empresas con menos de 20 empleados. Como la CDU, los liberales están en contra de un salario mínimo. Diametralmente opuesto se posiciona el SPD, que no permite ningún cambio en este sentido. El SPD sí lo quiere, pero no ha fijado ninguna cantidad. Los Verdes hacen campaña con 7,50 euros y Die Linke con 10 euros la hora. Estos últimos quieren poner en práctica un ingreso mínimo que alcanzaría los 500 euros y que sustituiría el actual pago de desempleo, que conlleva un severo control y fuertes sanciones para los afectados.
Uno de los temas espinosos sigue siendo la energía nuclear. «No queremos nuevas centrales nucleares», repitió la canciller el viernes después de que la prensa informara de que dos de sus ministerios habían encargado sendos estudios sobre plantas atómicas. El SPD y los Verdes quieren ver materialziado su «compromiso nuclear», acordado en 2000, que prevé el cierre de la última central en 2021.
En al ámbito de la política internacional, la CDU mantiene la operación en Afganistán aunque está buscando una salida y quiere cambiar la Constitución para poder desplegar las Fuerzas Armadas también en el interior del país. El SPD habla de un retiro paulatino hasta 2013, mientras que Die Linke ya no reclama una retirada inmediata sino que pone la fecha a disposición. El FDP apuesta por eliminar el servicio militar obligatorio para crear una ejército profesional, algo que ya pidió hace cuatro años. Exige además un puesto permanente para la UE en el Consejo de Seguridad de la ONU. Asimismo, apuesta por disolver el Ministerio de Ayuda al Desarrollo e incluir sus funciones en el Ministerio de Exteriores, que durante varias décadas había sido el feudo tradicional del FDP hasta que perdió el poder, junto con la CDU, en 1998.
El 27-S se sabrá cuáles de estas propuestas habrán tenido más aceptación.
Este domingo el partido ecologista Alianza90/Los Verdes va a celebrar una mini cumbre en Berlín en la que los delegados han de acordar un programa ad hoc que, tras las elecciones, permitiría a su ejecutiva entablar inmediatamente sobre una coalición.
El jueves, la jefa del grupo parlamentario de los Verdes en el hemiciclo de Berlín, Renate Künast, adelantó que el programa fijará un total de 18 puntos. Uno de ellos sería la creación de una comisión parlamentaria para investigar «los sucesos escandalosos» en torno a tres depósitos de residuos nucleares. Los Verdes, surgidos del movimiento antinuclear de los años 70, quieren recuperar su origen histórico para lograr los tres o cuatro puntos que necesita para presentarse como el líder de los tres partidos minoritarios que decidirán la composición del futuro Ejecutivo alemán. Los últimos sondeos pronostican 14 puntos para los liberales (FDP), 11 para el socialista Die Linke, y sólo 10 para los Verdes. Esta mini cumbre hay que entenderla ante todo como una reacción a la pérdida en una semana de dos puntos, lo que ha dejado a los Verdes como el más débil de los tres partidos minoritarios y que más problemas tiene para fijar su norte.
Los socialistas han absorbido el discurso pacifista que les caracterizaba hasta 1999, cuando en coalición con el mayoritario SPD, llevaron Alemania a la guerra contra Yugoslavia y después, en 2001, a la de Afganistán. Por eso, los poderes fácticos de Alemania consideran a los Verdes «aptos» para gobernar en coalición. El bipartito podría ser incluso bajo el liderazgo de la canciller Angela Merkel (CDU) porque no existen mayores diferencias que lo impidan. En contraste con el FDP, los Verdes luchan por la hegemonía política en las profesiones autónomas y en los PYMES especializados en los sectores de la industria ecológica.
De ahí se explica por qué Künast dijo que no formaría un tripartito con la CDU y el FDP. Aparte de la batalla por el electorado, los Verdes tendrían que combatir con los liberales de Guido Westerwelle por el puesto del ministro de Exteriores, tradicionalmente vinculado al vicecanciller. Künast dejó claro que si fuera por ella, la mejor coalición sería con el SPD. Pero eso no se corresponde con la realidad política. Su correligionario Jürgen Trittin excluyó la creación de un tripartito con los socialdemócratas y los socialistas porque éstos dijeron que no querían gobernar a nivel nacional. I. N