Las fiestas de Uharte comenzaron a las 12.00 con los habituales «vivas» y «goras» a cargo de una representación de Andre Mari Emakume Taldea, que tuvo un recuerdo especial para Alicia Aristregi, vecina de esta localidad que hace varios años murió en Atarrabia apuñalada por su ex compañero.

En el momento de lanzarse el cohete cayeron unas gotas de lluvia, pero el tiempo no fue impedimento durante el resto de esta primera jornada festiva.

A pesar de que el Ayuntamiento de Uharte había invitado al Gobierno de Nafarroa en pleno, no acudió al chupinazo ni un solo representante del Ejecutivo de Miguel Sanz. Sí asistió el alcalde de Amurrio, perteneciente a EA, y varios cargos electos de ANV de Iruñerria, así como representantes de valles y ayuntamientos de la comarca y de Uharte Garazi, localidad de Ipar Euskal Herria hermanada con Uharte.

Como es habitual, en el Ayuntamiento ondearon de forma oficial las banderas del pueblo, Nafarroa, Euskal Herria y España, esta última por imperativo legal. La enseña vasca y la demanda de repatriación de los presos no faltaron en este inicio festivo, ya que desde la sociedad Berdintasuna hubo una nutrida marcha de socios hasta la plaza con ikurriñas y banderolas de «Presoak Euskal Herrira». En el balcón de la Casa Consistorial también fue colocada antes del chupinazo una banderola con esta misma reivindicación.

Mientras las charangas y grupos de música expandían la fiesta en la calle, en compañía de la comparsa de gigantes y cabezudos, en el interior del Ayuntamiento se realizó la entrega de premios correspondientes a los concursos del cartel de fiestas y pancartas infantiles.

También hubo un pequeño homenaje al equipo de fútbol sala femenino, que lleva 85 partidos sin perder. Especialmente emotivo resultó el recuerdo a Emiliano Mazuelas, veterano profesor de Uharte que ha impartido clases a varias generaciones de vecinos.

Dos brindis

Después del cohete se realizaron dos brindis populares. Uno en las txosnas, en recuerdo a las personas que no pueden disfrutar de las fiestas por causas ajenas a su voluntad, y otro junto a la Casa de Cultura para reclamar la igualdad de hombres y mujeres en todos los ámbitos.

En el primero, festivo y emotivo, participaron unas doscientas personas y se dieron gritos a favor de la repatriación de los prisioneros políticos.

La fiesta continuó con una comida popular que contó con mayor participación que la prevista por los organizadores. Por su parte, los miembros de la Corporación se reunieron en una comida que en esta ocasión no corrió a cargo de las arcas municipales, sino que cada concejal pagó su cubierto para dar así ejemplo de austeridad en estos tiempos de apreturas económicas.