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Un poquito de comprensión y un teléfono, su receta después de 23 muertes

Iker BIZKARGUENAGA | Periodista

El Gabinete de Sarkozy ha decidido tomar cartas en el asunto. Debió pensar que uno o dos, bueno, pero que con 23 el tema ya pasa de castaño a oscuro. Por eso, el ministro de Empleo, Xavier Darcos, invitó a su casa al presidente de France Telecom, Didier Lombard, y le dijo que así no podían seguir y que, por favor, tomara más en cuenta «la situación personal» de sus empleados. Sin duda, una contundente actuación de un Gobierno que aún mantiene un 27% de la compañía.

Lombard, faltaría más, hizo caso al ministro y anunció la creación de un servicio de atención telefónica con sicólogos, y la suspensión, hasta el 31 de octubre, de todos los traslados -obligatorios- y cambios de puesto. Que al menos estén tranquilos un par de meses, debió pensar.

Se me hace muy difícil ponerme en la piel de alguien que ha decidido quitarse la vida. Creo que es una decisión extrema, increiblemente dura, que, sin duda, debe estar motivada por una situación de presión brutal, de no ver ninguna salida, de total oscuridad. Por eso las palabras de Lombard ante el suicidio de 23 trabajadores de la empresa que preside me parecen una canallada, y la actuación del ministro de Empleo, todavía peor.

No creo que el de France Telecom sea un caso aislado, sólo uno que ha salido en los medios, en un contexto en el que muchas empresas, con el visto bueno de las instituciones, están cargando sobre los trabajadores los costes de la recesión económica. Por eso, aunque personajes como Fukuyama digan que estamos ante el fin de la historia, opino que sería más justo decir que ésta siempre se repite.

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