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Antonio Alvarez-Solís periodista

Hacen como los teros

Ya lo sabe usted: si quiere comprar un libro, adquirir un disco, visitar un museo, acudir a un concierto o entrar en un teatro o un cine no tiene más que comprar un bono de veinticinco euros y con él en la mano podrá mercar cualquiera de esos productos que valgan de verdad cuarenta. La diferencia de quince lo cubrirá el Gobierno de Lakua por las fiestas de Navidad.

La idea no es mala, pero suena como los versos del Martín Fierro: «De los males que sufrimos/hablan mucho los puebleros,/ pero hacen como los teros/ para esconder los niditos:/ que en un lao pegan los gritos/ y en otro ponen los güevos».

¿Por qué no esa ayuda para pagar la luz atrasada, la renta incompleta, doce kilos de patatas o unas chuletas con label? Todo esto que acabo de citar es también cultura y más vale cena confortable que concierto a media noche, porque la salud del cuerpo, decía Don Quijote, se fragua en la oficina del estómago. Verdaderamente nada revuelve tanto el ánimo como dar saltos en un evento musical, sobre todo si uno anda ligero de cocina.

He ido repasando las ayudas inventadas sobre la marcha por los socialistas y me parece que el gasto sube mucho para lo poco que luce. Da la impresión de esas bodas de ricos que arrojan calderilla a la barriada a fin de que los sujetos griten el ¡Viva la novia!

Creo que restaurar la economía consiste en otra cosa, no en dar vales para aliviar un suspiro la flojera de la bolsa. Si acaso el entretenimiento será más por el sistema que por la cuantía del vale. Habrá usted de introducir sus veinticinco euros en un cajero automático de cualquiera de las Cajas de Ahorros y a continuación retirar la entrada, pero ¿para uno o para dos? ¿para niño o para militar sin graduación? ¿para jubilado o para viuda? ¿Y cuantos vales por persona? ¿Habrá reventa? ¡Dios, que invento!

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