Derrota ante el Sevilla
Impotencia plasmada sobre el campo y en el marcador
Los rojillos naufragaron ante un Sevilla que, una década después, volvió a conquistar El Sadar, jugando mucho más práctico que su rival y aprovechándose de las facilidades locales.
OSASUNA 0
SEVILLA 2
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Claramente de más a menos. Esa es la trayectoria que personifica ahora mismo Osasuna, quien ofreció una aceptable imagen ante el Villarreal, pero que la ha dilapidado en las dos siguientes jornadas. La imagen de los rojillos, con apenas un cuarto de hora al inicio de la segunda parte que podría considerarse salvable, ha decrecido notablemente desde el debut liguero y las urgencias ya asoman en una semana cargada de compromisos.
Lo más preocupante no es que los de Camacho necesiten puntuar con premura ante Valladolid y Sporting, sino que hay escasas opciones de hacerlo de continuar por esta misma línea. El trencilla también puso su granito de arena en el desastre local, pero el naufragio sólo es achacable a técnico y jugadores.
Y como les gusta a los entrenadores, hubo más táctica que corazón. Nadie se quiso salir del guión preestablecido en el primer tanteo de ambas escuadras. Los anfitriones, llevando la iniciativa, y el Sevilla, más timorato y conservador de lo que cabía esperar. La tradición -diez últimos años sin conocer una victoria liguera en El Sadar- pesaba lo suyo y los de Jiménez no quisieron verse sorprendidos a las primeras de cambio.
Así las cosas, el margen para el espectáculo era diminuto. Se vislumbraba que el choque iba a transcurrir por los derroteros de la practicidad y, conforme fueron pasando los minutos, esa impresión se fue convirtiendo en triste realidad. Osasuna quería mandar, pero eso no se traducía ni en fútbol ni en oportunidades. Su rival leía mejor el partido y esperaba su ocasión para dar una dentellada mortal.
Adriano ya avisaba de lo que vendría después con un disparo desde fuera del área que se envenenó tras golpear en Rúper y Kanouté se aprovechaba de la indefinición de Ricardo, con una salida en falso, para cabecear con la coronilla y enviar el esférico a la parte superior del travesaño rojillo.
Un puño del cancerbero madrileño a duro disparo de Perotti fue el preámbulo del picotazo sevillista. Calleja ni se enteró de la arrancada de Adriano -no se la llevó con la mano como pidió el público-, quien le dio el gol a Negredo que, casi bajo palos, anotó el 0-1 y confirmó así su capacidad anotadora cada vez que se enfrenta a la escuadra navarra.
Por el lado encarnado, la petición de un supuesto penalti -lo pareció en la repetición- de Fernando Navarro sobre Juanfran en el minuto 5 y un punterón de Masoud en el descuento de la primera parte, que sacó con apuros Palop, fue lo único rescatable del plano juego local.
Reacción insuficiente
La grada esperaba la reacción de los suyos tras pasar por vestuarios. Insistir en la línea de los primeros cuarenta y cinco minutos era sinónimo de derrota segura. Y los rojillos se aplicaron en la tarea, especialmente en el primer cuarto de hora de la reanudación.
Pandiani tuvo en sus botas no sólo empatar, sino incluso remontar. En su primer remate claro, el charrúa se revolvió con rapidez dentro del área y enganchó un tiro raso que salió pegado al poste derecho de Palop. Todavía dispuso de otra mejor cuando prácticamente solo y con el guardameta rival casi batido, echó fuera un remate a bote pronto. Un disparo elevado de Juanfran completó la tríada de oportunidades en el mejor tramo de los locales, que no tuvo continuidad.
El Sevilla paró un ritmo que no le convenía con un par de cambios y acabó por matar el encuentro a renglón seguido. Kanouté se aprovechó de cierta parsimonia en la línea defensiva local, que dio la impresión de quedarse parada, y enganchó un cañonazo a ras de suelo que ni Miguel Flaño pudo impedir ni Ricardo apenas pudo ver.
Era la sentencia de muerte para un impotente Osasuna que descarrilaba en la última media hora del choque. Con el marcador clarificado, el Sevilla jugó a placer frente a una escuadra navarra que terminó por descomponerse sobre el césped, con jugadores desquiciados a la hora de posicionarse y llegando incluso a forzar la expulsión, como fue el caso de Sergio.
Otra roja más en el currículo rojillo -no hay forma de acabar con once un partido-, amén de nueve amarillas, sumando la que vio Camacho, fueron el bagaje de un Clos Gómez que, pese a no ser determinante en el resultado final, demostró ser un mal árbitro y repetir con «valentía» otra penosa actuación en el feudo iruindarra.
Colegiados aparte, no es un buen síntoma que las prisas comiencen a aflorar cuando apenas se llevan tres jornadas y, mucho menos, que el equipo de Camacho no transmita prácticamente nada a su afición.
El preparador osasunista, José Antonio Camacho, no quiso ver los errores propios y centró sus críticas, no por ello menos merecidas, en Clos Gómez, recordando su anterior actuación en El Sadar cuando dejó a Osasuna con ocho ante el Málaga.
«De los árbitros ya paso, ha habido un codazo a Pandiani y le he reclamado que se le atendiera. Ha venido desde 40 metros para enseñarme la amarilla. Creo que a este señor no lo tenían que poner más», indicó en alusión a que el colegiado aragonés no fuera designado de ahora en adelante para dirigir encuentro alguno de los rojillos.
El técnico murciano justificó la derrota en el carácter «resolutivo» del rival y volvió a quejarse del poco rendimiento que los suyos obtienen al trabajo realizado. «Mis jugadores han protagonizado un derroche enorme y los puntos que se van son demasiados para el trabajo que se ha hecho», comentó.
Sólo se llevan tres jornadas, pero la imagen desplegada por el equipo preocupa y mucho. Camacho trató de tranquilizar a la afición: «Mientras funcionemos así, los puntos tendrán que llegar. Si somos capaces de adelantarnos, el partido cambia, no es lo mismo que ir a remolque».
Por su parte, el entrenador sevillista, Manolo Jiménez, fue diplomático con Osasuna -«es un conjunto aguerrido y que ejerce una gran presión»- y se mostró satisfecho por la labor de sus hombres, al declarar que había visto a su equipo «muy solvente».N.M.
César Cruchaga fue el encargado de realizar el saque de honor como homenaje a su larga trayectoria rojilla. El de Ezkaroze recibió, además, la insignia de oro del club, una placa conmemorativa y un mural fotográfico de sus compañeros. También puso la anécdota al resbalarse en el momento de golpear el esférico.
La plantilla osasunista guardará descanso hoy y regresará al trabajo a partir de mañana en sesión matutina. Como al resto de equipos, a los rojillos les espera una semana cargada, con enfrentamientos ante rivales directos por la lucha por la permanencia, como son el Valladolid, al que se medirá el miércoles, y el Sporting, el do- mingo en El sadar.