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ZINEMALDIA

«El baile de la Victoria»Todos los ladrones buenos

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Mikel INSAUSTI

Trueba lo tenía muy difícil para volver a la ficción después de siete largos años apartado de ella, aunque en el pasado le diera muchas satisfacciones. El contencioso habido con «El embrujo de Shanghai» le dejó muy tocado, porque no faltaron quienes sintieron que le había arrebatado el proyecto a Víctor Erice, y que la adaptación de la novela de Juan Marsé se quedó finalmente demasiado lejos de lo que podía haber sido. Refugiado después en el documental y la producción musical, necesitaba de algún estimulo especial para reencontrarse con la vena cinéfila de antaño, y no parece que la novela de Antonio Skármeta sea el vehículo más indicado para ello. Trueba filma bien esta historia, pero el libro presenta unas debilidades o defectos de fábrica que la crítica literaria ya se encargó de resaltar cuando ganó el Premio Planeta hace seis años. La pantalla no hace sino aumentar tales fragilidades narrativas, por más generosa que haya sido la Academia al incluir «El Baile de la Victoria» entre las precandidatas al Oscar, tal vez confiando en que los votantes se acuerden del autor y de lo que el inglés Michael Radford hizo con «El cartero de Neruda».

Ya se sabe que el realismo mágico escrito permite traducciones bastante libres al ser convertido en imágenes, pero no es posible cambiar la naturaleza de los personajes, y el maniqueísmo con que son tratados los de «El Baile de la Victoria» ya estaba ahí desde el principio. Los buenos parecen salidos de un cuento de hadas y los malos, de un melodrama de Dickens. Es por dicha razón que se nos antojan tan trasnochados, sobre todo los delincuentes, porque ya no hay ladrones caballerescos. La simbología es además muy obvia, con el caballo de la libertad y el ballet como terapia para niñas de la calle que sueñan con ser cisnes. Todo esto aplicado a la transición política chilena en cuanto lugar común da pie a situaciones muy artificiosamente teatrales, en las que el fantasma de la dictadura resucita en forma de superficial caricatura.

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