El anuncio de la primera vacuna contra el vih suscita aplausos y dudas
Una eficacia «moderada» ha reconocido Onusida, pero es la primera vez que un ensayo de una vacuna preventiva contra el VIH tiene éxito, aunque sólo sea del 30%, lejos del 70% requerido para que vea cercana su salida al mercado. El anuncio saltó ayer, pero no será hasta octubre cuando se presente a la comunidad científica.
Ninguna epidemia viral de relevancia ha podido atajarse sin una vacuna. Ésa es la evidencia histórica. Sin embargo, el VIH es el patógeno más temible con el que se haya topado la ciencia de las vacunas. En 25 años se ha llegado a saber más de la biología básica de este virus que de cualquier otro. Pero esa vacuna sigue sin llegar. Fue un 18 de mayo de 1997 cuando el entonces presidente estadounidense Bill Clinton -casi como décadas atrás hiciera J.F.Kennedy y su anuncio de poner un hombre en la Luna en diez años- el que instó a hallar una vacuna contra el sida en el plazo máximo de una década. Ya han pasado doce años, sigue sin haber vacuna, pero, desde ayer, su consecución parece estar mucho más cerca. Aunque esa cercanía en el tiempo suponga aún años de investigación y espera.
La noticia saltó ayer, de improviso, a todas las portadas electrónicas de los medios de comunicación de medio mundo. Una vacuna experimental contra el VIH había logrado reducir hasta un tercio el riesgo de contagio. Hablamos de una vacuna preventiva, es decir, que protege a personas no infectadas en caso de exponerse al virus. El sueño de un mundo sin sida, un poco más real.
Científicos de EEUU y Tailandia -por medio está la farmacéutica Sanofi-Pasteur y hasta el Ejército estadounidense- son los «padres» de este hallazgo, probado con relativo éxito en un ensayo con 16.000 personas. Relativo porque la eficacia de la vacuna ha sido del 30%, y como se adelantó a aclarar uno de sus investigadores, el doctor Anthony Fauci, una vacuna se considera factible cuando su índice de efectividad supera el 70%. Sin embargo, la respuesta unánime al anuncio ha sido aplaudir ese logro de un tercio, ya que, no obstante, se trata del primer ensayo de una vacuna contra el VIH que logra frenar la enfermedad.
Es cierto que los escuetos titulares periodísticos, ayer, en las webs de los medios de comunicación eran mucho más optimistas que las numerosas incógnitas que aún entraña este avance médico, pero también es verdad que la mayoría de expertos coincidían en afirmar que es el primer paso adelante para dar con la vacuna o, mejor dicho, vacunas definitivas.
En 2007, los ánimos la comunidad científica que trabaja en hasta una treintena de grupos para dar con una vacuna se vinieron abajo tras el fracaso de un ensayo en fase II que probaba Merck y considerado el más prometedor. Aquello hizo replantearse a los investigadores el camino emprendido. Si al principio se apostó por seguir un itinerario similar al que dio con la vacuna contra la hepatitis B, basado en los anticuerpos, y falló, luego se optó, hacía 1995, por la respuesta inmunitaria de las células. Y también se erró. Por ello, tras el fracaso de Merck, se dedicó regresar a los laboratorios y volver a hacer ciencia básica, encontrar respuestas a porqué es tan difícil dar con la vacuna.
«Es la primera vez que vemos eficacia»
Un halo de pesimismo había calado desde entonces en la comunidad científica que trabaja en una vacuna. Y todos, médicos y afectados, coinciden en que la batalla contra el VIH necesita de buenas noticias. La más importante desde hace muchos años tuvo lugar ayer. No se ha logrado `la' vacuna, pero quizá otro gran paso para la humanidad, parafraseando a Amstrong al pisar suelo lunar.
«No hay duda de que este hallazgo dinamizará y reorientará la búsqueda de la vacuna contra el sida», aventuró ayer Mitchell Warren, director de la Coalición para la búsqueda de una vacuna contra el sida. «Es importante, porque se trata de la primera vez que vemos eficacia», dijo José María Gatell, el mayor experto español en enfermedades infecciosas y sida. «Ha demostrado que la vacuna contra el sida es posible, algo de lo que hasta ahora se dudaba», sentenciaba.
Tanto Onusida como la OMS mostraron ayer su «optimismo» por el anuncio, aunque es verdad que de una manera moderada. Es sabido que cualquier atisbo de relajación en la lucha contra esta enfermedad se traduce en un repunte de la misma. Moderación porque aún quedan muchas cuestiones por resolver. La primera, que lo mismo que en el VIH hay varios subtipos y no es el mismo virus el que circula por África que por EEUU o por Tailandia, el futuro no pasa por una vacuna sino por diferentes vacunas. Lo peor de esta carrera sería que la futura vacuna sólo fuera para los ricos o, incluso, que sólo éstos la pudieran pagar.
Son muchas las incógnitas en torno a este soplo de esperanza contra el VIH. Su coste en el mercado, su validez y efectividad a largo plazo... estamos, en cualquier caso, lejos aún de que este ensayo se traduzca en un medicamento a la venta. Hay que mejorar muchas cosas en estos ensayos. Incluso su efectividad en un 30% será motivo de discusión. Según un estudio de la Iniciativa Internacional por una Vacuna contra el Sida, con ese porcentaje de eficacia se evitarían 29 millones de contagios entre 2015 y 2030.
Expuesto así, merecería la pena. Sin embargo, como puntualizaba el conocido activista catalán Joan Tadella, «el esfuerzo y la energía necesarios para desarrollar toda la infraestructura que posibilite inmunizar a la gente, ¿vale la pena con la experiencia del 30% o debemos esperar a que funcione en el 50% de los casos?». La de la hepatitis B hoy día sigue sin llegar a muchos lugares del planeta por falta de esa infraestructura.
En cualquier caso, tras 20 años sin avances en la búsqueda de una vacuna, la noticia bien vale hoy una portada. Pero será en París, a finales de octubre, en la Conferencia de Vacunas del Sida, cuando se den los detalles de la prueba. Veremos, entonces, si responde a las expectativas. Eso sí, ¿no se ha dicho siempre que un avance científico de calado mundial debe ser publicado primero en revistas como ``Science'', ``Nature'' o ``Cell''?