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Contradicción patente y venganzas pueriles

La sentencia dictada ayer por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), en la que desautoriza al Departamento de Interior por haber prohibido preventivamente unas movilizaciones en favor de los derechos de los presos políticos en Arrasate evidencia que la estrategia de hostigamiento, criminalización y represión emprendida por el Gobierno de Lakua carece de fundamento jurídico. Asimismo, la inmediata y nerviosa respuesta dada por el titular de Interior, Rodolfo Ares, que ninguneó al TSJPV amenazando con saltarse a ese tribunal y acudir directamente a la Audiencia Nacional -donde por lo visto las sentencias se dictan con otro rasero-, deja claro cuál es el concepto de «estado de derecho» que maneja quien, entre otras cosas, tiene la responsabilidad de hacer cumplir la ley. Que a las pocas horas Ares enviase varias patrullas de la Ertzaintza a distintos bares de esa misma localidad de Deba Goiena para incautarse de fotos de presos y amenazar a los hosteleros muestra hasta qué punto el consejero se deja guiar por una sed de venganza que raya lo infantil.

Por otra parte, la reacción de los partidos unionistas que criticaron la sentencia echa por tierra la manida frase de «las sentencias judiciales hay que respetarlas y acatarlas». Frase oída una y mil veces por boca de los que ayer mismo descalificaron al tribunal y toda su argumentación, paradójicamente basada en la doctrina de los tribunales Supremo y Constitucional españoles.

En todo caso, conviene recordar que la disputa sobre las fotos de los presos, si bien tal y como señala el TSJPV lesiona gravemente derechos fundamentales como el de reunión, no es una cuestión que se deba reducir a un litigio jurídico. Se trata de un pulso político en toda regla que busca, por un lado, anular por completo los derechos civiles y políticos de una parte importante de la sociedad vasca y, por otro, desenfocar el verdadero debate político empujando a la izquierda abertzale a una dinámica antirrepresiva. Algo que ya han intentado otros antes que López y Ares, y a quienes esas mismas pulsiones no llevaron a mejor puerto.

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