El Barcelona, vigente campeón del torneo, se mide hoy al Dinamo de Kiev en su estreno en casa en la presente edición de la Champions. El conjunto blaugrana, que cuenta con la baja segura del ucraniano Chygrynskiy y las dudas de Henry e Ibrahimovic, se mide a un histórico del fútbol continental a partir de las 20.45 (Tve1).

La gran amenaza de los ucranianos se llama Andrei Shevchenko. El delantero ha regresado a las filas del conjunto que le vio crecer tras 10 años fuera de su disciplina. Su estrella se había ido apagando en los últimos tiempos y tras no contar para Carlo Ancelotti ni en el Milan ni en el Chelsea, ha optado por volver a su país donde es un auténtico ídolo para los aficionados.

Nacido tal día como hoy hace 33 años en la localidad de Dvirkivshchnya, en 1986 tuvo que ser evacuado a Kiev tras el desastre ocurrido en la central nuclear de Chernóbil. Durante su juventud compaginó el fútbol y el boxeo, pero acabó decantándose por el balompié. Así las cosas, en 1995 debutó con el primer equipo del Dinamo de Kiev de la mano del mítico Valery Lobanovsky. Su gran mentor.

Shevchenko saltó a la fama mundial la noche del 5 de febrero de 1997. Aquel día, el Barcelona de Van Gaal sufrió un tremendo revés al caer por cero a cuatro en casa ante el equipo que entrenaba «El coronel». La dupla atacante del Dinamo, formada por Shevchenko y Rebrov, fue una pesadilla para la zaga blaugrana y especialmente para un desacertado Vitor Baía. El primero anotó tres goles y el segundo redondeó el marcador.

La pareja alcanzó una enorme popularidad en Ucrania y Rebrov incluso llegó a presentar un programa de radio de difusión nacional. Acompañados por buenos actores secundarios como Luzhny, Gusin o Kosovski, el Dinamo de Kiev dio otro paso adelante el siguiente curso.

En la campaña 98-99, los ucranianos se plantaron en las semifinales de Champions tras dejar en la cuneta al Madrid de Toshack en cuartos. Cayeron ante el Bayern en una eliminatoria que supuso el final de un ciclo. Rebrov continuó una temporada más en Kiev antes de irse al Tottenham, pero Shevchenko representó la apuesta de Silvio Berlusconi para relanzar al Milan. Il cavaliere abonó 26 millones de euros por los servicios del ucraniano. Y acertó.

En su primera campaña en el Calcio, Sheva fue el primer jugador extranjero en alzarse con el trofeo de Capo Canioneri -máximo goleador- en su estreno en el campeonato. Sus números no dejan lugar a dudas, 24 goles en sólo 32 partidos. Unos tantos que resultaron absolutamente decisivos para que los rossoneros se hicieran con el scudetto italiano.

Su momento de mayor esplendor llegó en primavera de 2003 cuando el Milan conquistó la Champions en Old Trafford tras superar a la Juve en la tanda de penaltis. El ucraniano engañó a Buffon en el lanzamiento clave. Un año después, los lombardos sumaron otro título liguero, fue otra vez máximo goleador y obtuvo el Balón de Oro. Un galardón que anteriormente habían sumado sus compatriotas Oleg Blokhin e Igor Belanov.

Convertido en objeto de deseo para Roman Abramovich, el verano de 2005, el magnate ruso ofreció 75 millones y los servicios de Crespo por Shevchenko, pero el Milan no aceptó. Un año después, el acuerdo se materializó en 51 millones de euros.

En Londres, el ucraniano no tuvo suerte y ahora, tras un nuevo paso por Milan, ha decidido retornar a casa.