Maite SOROA | msoroa@gara.net
¡Qué felices seremos!
Resulta casi cómico el intento de algunas de agradar al señorito hasta el extremo de la adulación. Brilla con luz propia Tonia Etxarri, que desde su tribuna de «El Correo Español» canta las alabanzas del Gobierno de Rodolfo Ares y Patxi López. Por ese orden.
Ayer criticaba al PNV en su Alderdi Eguna y nos contaba que Urkullu «lanzaba un mensaje dirigido exclusivamente a la parroquia independentista. Al amplio abanico que empieza a abrirse en el segmento más radical de los votantes de su partido y se cierra en los seguidores del entorno de ETA». ¡Chúpate esa!
Luego nos hablaba de un país de ensueño: «en Euskadi ha ido aflorando la vida política distinta, plural, diferente en una sociedad que ha ido optando por otras formas de ver la comunidad vasca, además de la nacionalista. Es tan cierto que hay vida más allá de la campa que la intensa actividad producida este fin de semana en el mundo político constitucionalista lo certifica». No se pierdan los ejemplos que nos pone de esa «intensa actividad» constitucionalista.
Según Etxarri, «Mientras el PNV se lamentaba del peligro de que, con el nuevo Gobierno de Ajuria Enea se desfigure el perfil de nación que con tanto celo había ido trazando Ibarretxe con sus mensajes identitarios, más allá de la campa, la Fundación Miguel Ángel Blanco otorgaba su Premio anual a la Convivencia a los ediles constitucionalistas del País Vasco. Y más allá de la campa, también, se presentaba la Fundación Mario Onaindía, constituida por los amigos del político fallecido en 2003». Pues vaya actividad frenética...
La proeza es épica: «La sociedad civil constitucionalista reclama con fuerza un protagonismo asfixiado durante décadas por el rodillo nacionalista. Y el fin de semana abrochaban sus esfuerzos en un mismo objetivo resistentes concejales firmes frente al miedo y la inercia diferenciadora con profesores, ex -militantes y animadores de la libertad a escala local». O sea que se movilizaron cuatro gatos.
Y al final la loa a Mario Onaindia: «La Fundación que lleva el nombre de quien presidió Euskadiko Ezkerra y fue capaz de parar la trayectoria de ETA político militar quiere ampliar los espacios de la vida social y cultural vasca que, superando hegemonías del pasado y monopolios irrespirables, vaya configurando un espacio abierto, tolerante, no sectario, moderno, donde el cambio político vaya encontrando la savia social y cultural que alimente el futuro de un país plenamente transversal». La Arcadia feliz mismamente.