ELECCIONES EN ALEMANIA
Vuelco del mapa electoral de la izquierda alemana
Después de su caída al vacío, los socialdemócratas alemanes entran en una fase que puede terminar en la elección de una nueva cúpula e incluso en otro programa político. Su principal rival serán los socialistas que podrán llegar al poder regional y también al nacional si se acoplan.
Ingo NIEBEL
El domingo, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) perdió diez puntos, situándose en el 23%. Cuando su candidato principal Frank-Walter Steinmeier y el presidente del SPD, Franz Müntefering, aparecieron ante la prensa, querían pasar página a la derrota. El aún vicecanciller anunció que iba a dirigir el grupo parlamentario del SPD desde los bancos de la oposición y su jefe político añadió que seguiría frente al partido. Tanta frialdad resultó sorprendente dado que se trata de la mayor crisis de los socialdemócratas desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949. Nunca antes habían tocado este fondo histórico y dos de sus más importantes dirigentes miraban hacia adelante, hacia el congreso del partido que se celebrará a mediados de noviembre en Dresde y hacia las elecciones regionales de Renania del Norte Westfalia que serán en mayo de 2010.
Justamente desde allí se alzó ayer la voz más crítica con este comportamiento: la jefa del comité regional, Hannelore Kraft, fue la primera en exigir un cambio en la cúpula del partido. Otros le siguieron y hacia el mediodía, Müntefering dio a entender que estaría dispuesto a dimitir. Con ello, el SPD ha empezado con lo que suele ser habitual después de una debacle; la búsqueda de nuevo equipo directivo.
Sin embargo, la caída de la socialdemocracia no se debe al candidato ni siquiera a una falsa táctica, sino a problemas estructurales: carece de principios y de programa. Su Ejecutiva creyó que la fama de ser un partido «social» desde hace 146 años le daría suficiente fuerza como para evitar que los neoliberales llegasen al poder. De esta forma, la cúpula ha mostrado que no sabía aprender de los errores del pasado.
El SPD y su pérdida de valores
Ya en 2005, la mayoría del electorado pensaba que el SPD había dejado de ser un partido social cuando aprobó los recortes sociales para los desempleados, la llamada reforma «Hartz IV».
Cuatro años más tarde, el presidente socialdemócrata agravó la situación proponiendo que la edad de jubilación pasara de los 65 a los 67 años. Según una encuesta publicada el domingo, el 67% de los alemanes piensa que el SPD ha perdido definitivamente su carácter socialdemócrata. Por eso, el alcalde gobernador de Berlín, Klaus Wowereit, exige ahora una «renovación programática». Le siguen otros barones regionales que quieren recuperar la «justicia social» como característica principal del SPD. Sin embargo, fue justamente la generación de Müntefering y Steinmeier la que sacrificó este aspecto primero gobernando con Los Verdes (1998-2005) y después en coalición con la Unión Democratacristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel.
El debate sobre un nuevo programa y la futura generación de líderes va mano en mano con la necesidad de formar gobierno en tres estados federales para no perder más terreno político.
En Brandemburgo, Turingia y País de Sarre, el SPD podría gobernar si consigue formar una alianza con su principal competidor, el socialista Die Linke (La izquierda), y Los Verdes. Pero en los dos últimos länder todo depende de los ecologistas, que ya no tienen el menor problema para gobernar con la CDU y, si les conviene, con los liberales del FDP.
Esta situación refleja asimismo que el SPD ha perdido importancia a nivel regional. El domingo, sólo superó a la CDU en dos de los once estados federales del oeste alemán. En Berlín, empataron con Die Linke en 20 puntos. En el País de Sarre, los socialistas le están pisando los talones, donde el marcador se quedó en 24 a 21 puntos a favor del SPD.
Ante estos resultados se podría pensar que Die Linke está acariciando el poder. Aunque a nivel nacional no sea así, en el este alemán es una realidad. En las elecciones regionales de Brandemburgo, el SPD se situó en 33 puntos, Die Linke en 27 y la CDU en 19. Después de Berlín, este länder podría ser el segundo gobernado por un bipartito «rojirojo», según la jerga política del país. Con ello, Brandemburgo no se va a convertir en un paraíso obrero, porque en la capital, la política social del Ejecutivo de Wowereit poco tiene que ver con principios socialistas.
Para unos, éste es el precio que un partido tiene que pagar cuando está en el poder, para otros, es una traición a los valores socialistas. Pero los sondeos dan la razón a la dirección de Die Linke, que opta por la colaboración con el SPD donde sea posible, porque el electorado cree más en las promesas de los socialistas que en las de los socialdemócratas. Además, toma a Die Linke como el partido de la «justicia social». Salvo en Brandemburgo y Berlín, en el este, es la segunda fuerza política un poco por detrás de la CDU y muy por delante del SPD. Pero en el oeste alemán, se mueve entre el 6 y 14%. Es aquí donde debe mejorar su organización y superar las luchas internas.
El futuro de Die Linke
De cara al futuro, los socialistas van a crecer porque el futuro gobierno de derechas acentuará la tensión social. Pero también para ellos vale lo que su mayor enemigo del siglo XIX, el canciller Otto von Bismarck, dijo: «La política es el arte de lo posible».
La frase es ambigua. Por lo general, se la interpreta como una invitación al posibilismo político que acaba con los principios de un partido. Por otro, no dice otra cosa que no se hace política en un espacio vacío sino en un terreno lleno de otros factores y actores que requieren de cierto arte para realizar sus planes.
Desde la década de los 80, los poderes fácticos han impuesto a los partidos antisistema que acepten las coordenadas existentes. Los Verdes recibieron el «certificado de gobernabilidad» cuando reconocieron a la OTAN. Para ello tuvieron que deshacerse de su sector pacifista, los denominados «fundamentalistas».
Para las elecciones europeas, Die Linke incluyó en su programa electoral la abolición de esta organización militar. El domingo, destacados socialdemócratas instaron a los socialistas a cambiar este punto para que se les reconozca como futuros socios.
Dado que Die Linke carece de un programa de partido, operando con unos «puntos claves programáticos», habrá que observar de cerca lo que dicen sus dirigentes y lo que deciden en sus congresos. En el fondo, está lo que dijo el ahora copresidente de Die Linke, Oskar Lafontaine, hace diez años poco después de dimitir como jefe del SPD. En aquella ocasión, opinó que, a largo plazo, no tendría sentido que en el este hubiera dos partidos con «objetivos más o menos socialdemócratas».
La canciller alemana, Angela Merkel, se prepara ya para formar un nuevo gobierno con los liberales. Los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana y Social Cristiana (CDU/CSU) de Merkel y sus aliados del Partido Liberal Demócrata (FDP) han logrado una cómoda mayoría de 332 de los 622 escaños del Bundestag, según los resultados oficiales emitidos ayer. De hecho, Merkel estaba segura de volver a ser canciller, pero sin el éxito del FDP se habría visto obligada a reanudar su «gran coalición» con los socialdemócratas con los que ha gobernado durante cuatro años.
Según un sondeo publicado por el semanario «Focus», los electores esperan que el nuevo gobierno se lance prioritariamente a la lucha contra el desempleo y la mejora de la educación. Pero también tendrá que lidiar con la muy impopular participación del Ejército alemán en Afganistán.
Una Merkel radiante anunció el domingo por la noche que su partido podía «celebrar la victoria» tras haber obtenido una mayoría clara para gobernar con los liberales. Sin embargo, la CDU/CSU registró su peor resultado desde 1949 con el 33,8% de votos.
La victoria de la derecha se debe a los liberales, que obtuvieron su mejor resultado, un 14,6%, y vuelven al poder tras once años. El FDP había hecho campaña a favor de una reducción de impuestos, a pesar del espectacular endeudamiento de Alemania. Ayer, el índice principal de la Bolsa de Frankfurt, el Dax, evolucionaba fuertemente al alza. El mercado quería esta nueva coalición de derechas.
«Es un voto claro para reformas valientes», se congratuló el presidente de la Federación de Cámaras de Comercio e Industria, Hans Heinrich Driftmann, en una entrevista al diario «Berliner Zeitung». Además de un alivio fiscal, los empresarios esperan una desregulación del mercado laboral, proceso que ya había sido iniciado por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005) y que continuó en estos últimos cuatro años. GARA