GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Ruptura en el gobierno de Nafarroa

Patada en el trasero tras seis años de amistad interesada

CDN optaba entre una muerte dulce o amarga, seguir en el Gobierno autoliquidándose o mantener la dignidad a costa de perder los cargos. Pero en realidad ni siquiera ha podido elegir: ha sido Sanz quien ha escogido la patada, que tiene más riesgo para él.

Ramón SOLA

CDN ha tenido tres vidas en una. La primera, la más interesante, duró muy poco. Cuando Juan Cruz Alli fundó el partido en 1995 pareció que era factible una derecha navarra conciliada con su identidad e historia (acudió a Amaiur y al Nafarroa Oinez), abierta al diálogo (lo defendió en la autovía) e incluso crítica con la corrupción (salió de UPN por denunciarla). Pero aquel espejismo sólo duró un año, lo que tardó en desplomarse el Gobierno tripartito PSN-CDN-EA, que tenía el apoyo externo de IU, por las cuentas suizas de Javier Otano.

Ahí empezó su segunda vida, una travesía del desierto entre la total desconfianza en el PSN y el vengativo desdén de UPN. Eso duró hasta que en 2003 la ilegalización distorsionó el Parlamento por completo y Miguel Sanz se dio cuenta de que tenía un socio a mano con el que hacer mayoría absoluta. CDN volvía a escena.

La de estos seis años ha sido, pues, una amistad interesada. Convergencia ya había perdido sus objetivos fundacionales, si los tuvo, con el crack de 1996, y a esas alturas sólo le quedaba ir tirando, así que se abrazó a la entrada en el Gobierno como un náufrago a un salvavidas. Inventó un nuevo discurso en el que se presentaba como la formación necesaria para moderar y templar las iniciativas más derechistas de UPN. Para el partido de Sanz, por su parte, los desmarques puntuales de su socio eran pecadillos fácilmente perdonables mientras le garantizara el gobierno, sobre todo en una fase en que el PSN de Juan José Lizarbe no apoyaba los presupuestos ni parecía ser muy de fiar.

Ese pacto suscrito en 2003 funcionó sin sobresaltos hasta 2007 y ha seguido después casi por inercia. Sanz volvió a conceder dos consejerías a CDN, probablemente en la convicción de que en estos cuatro años Convergencia terminaría de volver a la «casa del padre». Pero el cuadro general ha cambiado después de que UPN rompiera con el PP. Ahora la absorción de CDN no es un objetivo a medio plazo, sino que urge a corto. Tan corto que Sanz le concedió el viernes una semana de plazo, pero luego no ha aguantado ni tres días.

El final de CDN podía ser dulce o amargo. La primera opción consistía en que acatara el órdago de Miguel Sanz y aceptara someterse servilmente a todos los criterios marcados por UPN, con lo que se autoliquidaría como opción diferenciada antes de llegar a 2011. La segunda pasaba por mantener el tipo... aun a costa de marcharse a casa. El resultado final será el mismo, porque parece muy difícil que CDN sobreviva ya fuera del poder, salvo que acometa una inverosímil reinvención de sí mismo y se dote de una cuarta vida.

Sin embargo, el beneficiario no será el mismo. En el final dulce era UPN quien se llevaría los votos de CDN, pero esta auténtica patada en el trasero puede hacer que esos miles de votantes decidan mirar hacia PSN o incluso PP.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo