Investigar la luz para conseguir que los objetos no se puedan ver
Durante los últimos tres días científicos punteros en nanociencia han acercado los pormenores de este área a los participantes en el congreso Atom by Atom. Ayer, en su última jornada, una de las ponencias más esperadas era la del físico británico John Pendry y su trabajo en torno a la «invisibilidad». «Si se consigue `el manto de la invisibilidad', que yo considero que es el gran reto, uno puede conseguir cualquier cosa», advierte.
Maider EIZMENDI
Si buscamos en la red información sobre John Pendry, casi en la totalidad de los casos aparece asociado a la palabra «invisibilidad». Y es que este científico británico que estos días ha visitado Donostia presentó hace escasamente tres años «la receta para la invisibilidad». Desde entonces este experto en nanoóptica ha captado la atención del público en general y también el de los medios que no se cansan de preguntarle para cuándo «la persona invisible»: «Me preguntan esto con frecuencia y yo entiendo que la invisibilidad es una cosa que produce una gran excitación tanto en la gente de la calle como entre los mismos científicos».
Muchos científicos quisieran que su trabajo provocase tanta expectación, pero él asegura que tanta atención no siempre es beneficiosa: «La ventaja que tiene es que hay muchísimos científicos trabajando sobre la invisibilidad y estos conceptos; pero, por el contrario, tiene el inconveniente de que se han creado demasiadas expectativas, muchas más de las que realmente se pueden conseguir».
Para explicar su teoría Pendry hace un símil con el agua que fluye en un río: «En un río el agua pasa por ambos lados de una piedra, para juntarse de nuevo una vez que supera el obstáculo. Si el observador se coloca tan sólo unos metros más abajo, no percibiría que allí hay una piedra. El objetivo es que la luz rodee un objeto y regrese a su camino original. De este modo, el observador no vería la perturbación ni tendría manera de saber que allí había un objeto».
En el camino hacia el control de la luz son imprescindibles los metamateriales. En ellos «se produce una cambio en su estructura interna para hacer cambiar sus propiedades y dar otras que no se encuentran en la naturaleza». Estos son claves para conseguir lo que llamaríamos el «manto de invisibilidad» -ese espejismo que hace que no percibas el objeto y veas lo que hay detrás del objeto-; ese manto que, advierte, «no será de la manera de Harry Potter, una prenda, sino que será una capa mucho más gruesa probablemente y de distinto tipo al que tenemos en mente». «Para ser realista, no creo que en mi vida vea nada parecido a una capa que haga invisible a los seres humanos. Me gustaría decir que sí, pero uno tiene que ser un poco cauto», advierte. Sin embargo incide en que hay muchos tipos de invisibilidad: «Evitar las hondas de radar y conseguir que estas sean invisibles es quizás lo más fácil para hacer, pero los fans de Harry Potter no están interesados en estas hondas. Y es precisamente para esta luz visible, la que vemos nosotros, para la que es mucho más difícil hacer esta capa de invisibilidad».
Las aplicaciones que pueda tener sus investigaciones son, a su parecer, múltiples: «La primera es la militar, pero si se consigue `el manto', que yo considero que es el gran reto, uno puede conseguir cualquier cosa». Admite que actualmente se trabaja más en un intento de mejorar prestaciones actuales. «Sería en una etapa posterior cuando nuevos productos con nuevas prestaciones y nuevas propiedades podrían emerger en el mercado».
Lo que ya se ha conseguido generar son capas de invisibilidad para la ondas acústicas, y esto «puede ser relevantes en aplicaciones tecnológicas para hacer una apartamento más silencioso, por ejemplo».
Asesor en el CIC nanoGUNE
Pendry, que tras sus descubrimientos consta en todas las quinielas para el Premio Nobel de Física, también es miembro del Comité Asesor Internacional de CIC nanoGune, por lo que conoce de primera mano el trabajo que están realizado en el nuevo centro: «Había dos retos importantes: el primero, el dinero; y esto de momento se ha resuelto de manera satisfactoria. El segundo, y quizás el más importante, era llenar la infraestructura con la gente adecuada y, tras establecer unos criterios científicos de alta calidad, se ha conseguido el mejor grupo de gente disponible». En cuanto a los objetivos que debe perseguir el centro, destaca dos: «el primero, que esta gente genere una formación a los estudiantes y les trasmitan esos conocimientos a la gente que se está incorporando; el segundo, que esta gente interaccione con la industria y la tecnología local y se puedan establecer unas colaboraciones y una sinergia que permitan que todo ese liderazgo de conocimiento se transfiera». Indica que hay que ser paciente, porque «el proceso de transferencia de investigación básica aplicada es muy complicado», y es en ese aspecto, concretamente, donde, a su entender, el Comité Asesor Internacional puede jugar un papel.
Asimismo, congresos como el Atom by Atom, que durante estos tres últimos días ha reunido a los más selectos investigadores en el área de nanociencia, ayudan, en opinión de Pendry, a fomentar esa paciencia: «Lo que tiene que haber es diálogo por las dos partes, hay que comunicar constantemente tanto a la gente como a las autoridades qué se está haciendo, cómo se hace y para qué se hace. No basta que un científico esté sentado haciendo ciencia ensimismado en ello».