Ha costado su tiempo, pero por delante de aquel niño que ya con tres años comenzara a subirse a un kart vuelve a pasar la oportunidad única de pilotar un monoplaza con el aval de una escudería histórica. Ya la tuvo con McLaren, pero los problemas internos que protagonizó Alonso con Hamilton y con los máximos responsables del equipo británico convirtieron el cuento de hadas del asturiano en una auténtica pesadilla.

Ahora, con el vuelco dado en la Fórmula Uno por la aplicación de algunas mejoras técnicas y un regreso gris a Renault, donde no ha podido reverdecer viejos laureles, Ferrari era el único destino que podía colmar las expectativas y cualidades del piloto español. Al cavallino rampante «sólo» le quedaba la tarea pendiente de soltar lastre para hacer un hueco al objeto de deseo de la escudería transalpina.

La afortunada victoria de Raikkonen en 2007 pospuso la salida de un piloto irregular y más popular por su vida privada que por su carrera deportiva, mientras que la profesionalidad de Massa y su grave accidente le hacían candidato a continuar. Por eso, será el finlandés quien haga las maletas en dirección al equipo del que Alonso no quiere ni oir hablar, McLaren.

El asturiano regresará así a la presión de saberse candidato a ganar por tercera vez el entorchado de pilotos, pero con el convencimiento de que tendrá coche para intentarlo.