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Los desastres naturales azotan el sudeste asiático

Los seísmos se ceban con Sumatra y Samoa

Dos terremotos y un tsunami casi seguidos han azotado el sudeste asiático. En la isla indonesia de Sumatra, se teme que los muertos por el seísmo de 7,6 grados en la escala de Richter superen el millar debido a la cantidad de edificios que se cayeron. En las islas Samoa, otro terremoto provocó un fuerte tsunami que cubrió aldeas enteras. Los muertos superaban el centenar.

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El poderoso terremoto que sacudió ayer la isla de Sumatra, en Indonesia, causó oficialmente 75 muertos pero el número real de víctimas mortales podría superar el millar, según advirtió el jefe de la célula de crisis del Ministerio de Sanidad, Rustam Pakaya. «Tal vez habrá más de mil fallecidos porque muchos edificios y casas han quedado destruidas en la ciudad de Padang», dijo. La oscuridad y el corte de las comunicaciones telefónicas dificultaban la búsqueda de supervivientes. «Miles de personas están atrapadas bajo los escombros», añadió. La televisión informó de que la cubierta del aeropuerto de Padang se vino abajo.

Esta extensa ciudad de unos 900.000 habitantes fue fuertemente sacudida por otro terremoto de 8,4 grados en setiembre de 2007. Ayer, el temblor se dejó sentir en puntos tan lejanos como Kuala Lumpur, capital de la vecina Malasia. De hecho, algunos rascacielos de Singapur, situada a 440 kilómetros de distancia, fueron evacuados.

En las calles se vivieron escenas dantescas con vecinos corriendo dominados por el pánico, puentes derrumbados, edificios convertidos en escombros, viviendas devoradas por las llamas y calles sin electricidad e inundadas por la rotura de numerosas tuberías. «Cientos de casas han resultado dañadas a lo largo de la carretera. Hay algunos incendios, los puentes están cortados y hay un pánico extremo», relató un vecino.

Otro testigo comentó que todas las viviendas a su alrededor quedaron parcial o totalmente destrozadas y que la gente temía la llegada de un tsunami. «Todavía no ha llegado ayuda. Algunas personas están buscando a familiares pero todas las luces se han ido completamente», indicó.

Padang, capital de la provincia de Sumatra Occidental, se sitúa en el límite entre las placas tectónicas Indo-Australiana y Eurasiáticos, una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta. Por esta razón, muchos geólogos han venido vaticinando que podría ser destrozada por un terremoto. El geólogo indonesio Dar Hilé Natawidjaja advirtió en febrero que la ciudad está sobre el área «con un mayor potencial» para sufrir un poderoso tsunami que deje «toda la ciudad bajo el agua».

De hecho, el epicentro del terremoto de ayer se situó en la misma falla que originó el devastador tsunami de 2004 que mató a 226.400 personas en una docena de países bañados por el océano Índico, la mayor parte en Indonesia.

En las islas Samoa. Más de un centenar de personas murieron y decenas se encuentran desaparecidas a causa del impacto de las olas, que alcanzaron los seis metros de altura. Al inicio de las tareas de rescate, el Centro para la Gestión de Desastres de Samoa Occidental, Estado independiente con cerca de 219.000 habitantes, cifró en un centenar las víctimas mortales. Pero el secretario general de la Cruz Roja, Talutala Mauala, alertó que «el balance probablemente va a agravarse ya que numerosas víctimas no fueron registradas por problemas de comunicación».

El seísmo, de 7,9 grados en la escala de Ritcher, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, y de hasta 8,3 grados de acuerdo a otras agencias, golpeó con mayor fuerza Upolu, la segunda mayor isla de Samoa con 75 kilómetros de longitud y una extensión de 1.125 kilómetros cuadrados y en la que está ubicada la capital, Apia.

El subdirector del centro, Ausegalia Mulipola, señaló a la cadena australiana ABC, que la mayor parte de las aldeas costeras del sur de Upolu quedaron destruidas, pero una avería en las telecomunicaciones impedía conocer el alcance exacto del desastre.

El periodista local Jona Tuiletufuga informó que «pueblos enteros fueron devastados. Tenemos informaciones de desaparecidos en las zonas mas afectadas, en las costa sur y sureste». El agua llegó hasta 800 metros tierra adentro, según testimonios. La mayoría de los daños parecían concentrarse en el sur de las Samoa, golpeado por olas de seis a ocho metro.

Ken Mariner, que vive cerca de Apia, indicó que unas 1.500 personas se habían congregado no lejos de su casa, en un puesto de evacuación, todos aterrorizados. «Era algo bastante terrible. Estábamos en las casas y escuchábamos los cuadros y los objetos caer del cielo raso y de los muros. En la casa tenemos dos árboles que eran sacudidos como si fuesen plantas pequeñas», añadió.

El primer ministro, Tuilaepa Sailele Malielegaoi, afirmó estar «totalmente conmocionado. Han muerto tantas personas. Estoy tan conmocionado y triste».

El viceprimer ministro Misa Telefoni subrayó que la región más turística quedó «devastada». Precisó que dos de los hoteles más frecuentados, el Sinalei Reef Resort y el Coconuts Beach Resort, en la costa oeste de Upolu, resultaron gravemente dañados.

«Fue todo muy rápido. La aldea por completo ha desaparecido», indicó a Radio Nueva Zelanda, Graeme Ansell, un turista neozelandés que en ese momento estaba en un hotel de la aldea de Sau Sau y que, como otros muchos, buscó refugió en una zona alta. «Olas inmensas llegaron y corrimos hasta nuestro vehículo. Tratábamos de abrir la puerta cuando llegaron las olas. Finalmente lo conseguimos pero el agua lo invadió todo», relató otra turista a Sky News.

En la localidad de Lalomanu, los servicios de rescate encontraron durante las primeras horas de trabajo más de una veintena de cadáveres, la mayoría a orillas del mar.

De acuerdo a informaciones recogidas en Apia por la Policía, también aldeas de la pequeña isla vecina de Monono fueron arrasadas por el tsunami que sumergió extensas áreas de lo que antes era tierra firme.

«Han muerto muchas personas, también niños, la gente se levantaba de la cama cuando ocurrió», dijo Sione Taimagala a una radio samoana.

Según dijeron residentes en Apia a Radio Nueva Zelanda, tras el terremoto que sacudió la isla durante cerca de tres minutos, gran parte de la población abandonó sus casas para refugiarse en lugares altos de la ciudad, aunque de forma ordenada con la coordinación de la policía.

Tras el desastre, el Gobierno de Samoa solicitó formalmente a Australia, Nueva Zelanda y al Estado francés ayuda humanitaria urgente, especialmente plantas purificadoras de agua, medicinas, y tiendas de campaña, mientras que la Unión Europea asistencia inmediata por valor de 150.000 euros.

Faoa Sumia, gobernador en funciones de la Samoa controlada por Estados Unidos, decretó el estado de emergencia y en declaraciones a la emisora KSBS, describió como «inmensos y grandiosos» los daños «a nivel individual, público y en edificios comerciales» de la capital, Pago Pago, cuya parte baja quedó sumergida.

La importante planta de conservas de pescado de la ciudad quedó arrasada, mientras que la carretera que lleva al aeropuerto estaba cortada y buena parte del archipiélago se encontraba sin electricidad. Los obreros de la planta de conservas relataron que habían tenido sólo tres minutos para salir huyendo antes de que llegase la ola.

En el Estado insular de Tonga, al menos una decena de personas perdieron la vida a causa del tsunami que golpeó la costa norte con olas de unos cuatro metros.

El primer ministro en funciones de Nueva Zelanda, Bill English, dijo a la prensa que había recibido información oficial de Tonga de que un número indeterminado de residentes en las pequeñas islas del archipiélago de Niuas, habían sido engullidas por el tsunami. «Hay un número considerable de personas que fueron arrastradas hacia el mar y están desaparecidas», señaló.

 
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